Pirineo e invierno!!! Empieza el Rock´n Roll, que no pare el espectáculo de la primera nevada del año, con los telediarios anunciando a bombo y platillo el estado de la nieve en Cerler, el informativo regional proyectando la misma imagen de archivo de la quita nieves del año pasado, Protección civil y tráfico recomendando el uso de cadenas... Por no hablar de la crem de la crem de lo rancio; las conexiones en directo con el Monrepós para mostrar de primera mano las kilométricas retenciones del tráfico que casi llegan hasta Sabiñánigo.
¿Hay Pirineo más allá de todo eso? Of course! Siempre nos quedará el Prepirineo!
La zona por la que voy a rodar hoy se encuentra enclavada entre las comarcas de la Ribagorza, el Sobrarbe y el Somontano; naturaleza, cultura e historia viva de mi tierra: Aragón.
Tras un par de semanas de parón invernal, me he decidido a retomar una buena ruta en solitario por la provincia de Huesca. El recorrido que he elegido, es una ruta a la que tenía muchas ganas de echarle el guante desde hace tiempo, ya que desde el primer momento en que la empecé a confeccionar, me fascinó con todos los rincones que escondía y el encanto que era capaz de atesorar en tan poca extensión de terreno.
Me pongo en marcha temprano, en torno a las 9:00 de la mañana. Como no puede ser de otra manera en pleno mes de febrero, el termómetro está por los suelos y hasta que el sol no suba lo suficiente, va a tocar joderse de frío. Ha sido una suerte que justo el fin de semana nos den tregua el cierzo y la niebla y que las temperaturas se mantengan bastante agradables, entre una mínima de 5º y una máxima de 15º.
Para alcanzar el inicio de la ruta circular de las tres comarcas, iré directo desde Alfajarín hasta Barbastro "campo a través" por la A-129 (140 kms), atravesando Perdiguera y Leciñena, hasta el puerto de Alcubierre, que nos introducirá de lleno en la provincia oscense. Continuaré por la misma vía atravesando el propio Alcubierre y de ahí a Lanaja hasta Sariñena. A pesar de que el frío se ha agarrado con mala leche a la sierra, por el camino me cruzo con muchos ciclistas, motoristas, senderistas y cazadores que no se han acobardado con la fresca. Da gusto ver a tanta gente tan dispar disfrutando en armonía del entorno.
Una vez alcanzada la localidad de Sariñena y dado que el termómetro sigue sin reblar, aprovecho para echarme algo caliente en un bar mientras me descongelo como un filete de merluza del capitán pescanova y me hago esa ineludible pregunta de "quién cojones me manda a mí ir a Barbastro por los Monegros...". En la tele, mientras tanto, un jamaicano se tira de cabeza en una pista de hielo practicando un deporte llamado "skeleton" y yo apuro el último sorbo de café sin envidiarle lo más mínimo, mientras llega a la meta con el casco más bollado que la cantimplora de un loco.
Retomo mi camino por la A-131. Es una carretera recién arreglada y en muy buen estado. Me desvío dirección Barbastro por Peralta de Alcolea y Berbegal, en un tramo bastante bueno y todo prácticamente recto con un tráfico inexistente en ambos sentidos. Recuerdo hace cosa de un par de años cuando realicé mi ruta por Guara, que la carretera estaba impracticable. Pronto alcanzaré las inmediaciones de Fornillos, donde las aguas del Guatizalema (no, no es ningún emperador Inca) se unen al cauce del Alcanadre y la carretera se adapta con suavidad a las curvas de su curso.
De este modo, empezaré a vislumbrar a lo lejos el monasterio del Pueyo; señal inequívoca de que ya estoy en Barbastro. Ahí encadenaré con la N-240 y tras un par de rotondas bastante concurridas, tomaré la N-123 dirección Graus (20 kms) de lleno al prepirineo.
Como es lógico, el paisaje empieza a reverdecer cuanto más avanzo aguas arriba del Cinca, que más que envalentonado, parece que vuelve a casa de resaca tras juntarse con su primo de Zumosol: el Ésera. Justo a esa unión de los dos ríos es a donde dirijo las ruedas de la KTM, hacia la localidad de Olvena, donde se funden los dos cauces, o lo poco que quedan de los cauces originales de los ríos, frenados una y otra vez en varias presas. Ahí es donde comienza también uno de los puntos más entretenidos de la ruta; es el denominado tramo de "los túneles de Olvena", una carretera excavada en la piedra, encañonada casi en un congosto de unos 4 o 5 kilómetros con un asfalto perfecto y unas curvas de lo más laminero para una moto tipo "R" o para cualquiera que le guste retorcerle la oreja a la moto con unas curvas muy rápidas.
Yo voy contando los túneles atento al desvío que debo tomar, pues no llegaré hasta Graus, sino que me adentraré en el plato fuerte de mi ruta en un desvío pasado el túnel número 9, en dirección La Puebla de Castro (siguiendo la indicación de La Ermita de La Puebla de Castro, no por la señal del pueblo en sí). Cruzaremos un pequeño puente sobre el Ésera y nos encaramaremos pared arriba por unas rampas muy empinadas, con un trazado muy curveado y una pista muy estrecha que nos adentrará a la parte sur de la sierra de Campanué (o de Santa Liestra).
Esta formación rocosa hace de frontera natural entre el Sobrarbe al Oeste y la Ribagorza hacia el Este y queda a su vez abrazada por los ríos Cinca (este embalsado en el Grado) y Ésera (parcialmente embalsado en el Barasona- Joaquin Costa), que como hemos comentado antes, se funden en uno solo a la vertiente sur de dicha Sierra.
La Puebla de Castro |
Presa del Grado |
Salgo al cruce con la A-138 (la carretera que nos llevaría dirección Ainsa) y giro a la izquierda para tomar la A-2210 por cuyo asfalto más o menos maltrecho me adentraré en la sierra de Arbe hacia el pueblo de Naval. Dicha localidad es conocida por su cerámica, así como por haber sido en el pasado un importante enclave en el antiguo trazado de la carretera que unía Aragón con el país galo.
Cien años atrás, Naval fue un municipio que llegó a contar con casi 2.000 habitantes, mientras que hoy apenas cuenta con un censo de 300. Aunque es un buen ejemplo de los estragos que ha generado la despoblación en el prepirineo, este es un tema que retomaremos más adelante... Pues en esta zona encontraremos pueblos que harán que Naval parezca Nueva York a su lado.
Pasado Naval, el asfalto empieza a bachear más aún si cabe y se nota cómo el terreno se eleva a los pies de todo un clásico de los puertos del pirineo aragonés: el Alto del Pino (857 mts.). Este puerto ahora prácticamente olvidado, se convirtió en el pasado en un auténtico tormento para los transportes que cruzaban la frontera, especialmente a los vehículos más pesados que veían en sus acusadas curvas cómo las pasaban putas para maniobrar. Corono el puerto y aprovecho para tirar un par de fotos de las cumbres nevadas que se desplegan hacia el norte. Después, con precaución, afronto el descenso bacheado y con gravilla que desembocará en las afueras de la localidad de Abizanda y su característicos torreón y cueva, donde los Titiriteros de Binéfar han instalado su cuartel general. http://www.titiriteros.com/es/la-casa-de-los-titeres.html
Vuelvo a cruzarme con la A-138 y tomo dirección norte bordeando el embalse del Grado hasta Ligüerre de Cinca. Ahora convertido en centro de vacaciones, camping y bungalows, fue uno de aquellos pueblos, como Mipanas, Coscojuela de Sobrarbe, Morillo de Tou, Samitier o Mediano (entre otros muchos) que se vieron abocados al abandono y la expropiación forzosa por la construcción de los embalses del Grado y el Mediano, a finales de los años 60.
Uno no puede evitar recordar historias como la de Jánovas y su gente al son de la Ronda de Boltaña y su habanera triste: https://www.youtube.com/watch?v=f6PNLvEbc2g. Altamente recomendable para saber más del tema el libro "Jánovas; víctimas de un pantano de papel", con visita casi obligada al pueblo del mismo nombre.
Fue en 1985, cuando el sindicato UGT (al igual que hiciera CCOO con Morillo de Tou), solicitó a la Confederación Hidrográfica del Ebro los permisos pertinentes para reconstruir el pueblo y lo convirtieron en lo que hoy es, devolviendo de nuevo la vida a sus calles.
Bordeo la parte norte del embalse del Grado para adentrarme de lleno hacia el valle de La Fueva. Lo haré en una carretera empinada que me llevará puente a través desde las azules aguas del embalse hasta la cima del Alto de Palo (770 mts.). Justo antes de iniciar el descenso del alto de Palo, me desviaré a la derecha hacia las las localidades de Trillo y Salinas de Trillo en una carretera mucho más estrecha, mucho menos transitada y completamente rodeada de pinares. a izquierda y derecha.
Es curioso y bastante deprimente a la vez comprobar cómo las bolsas de las procesionarias cuelgan de las ramas de prácticamente todos los pinos como macabras bolas de navidad, a punto de reventar y soltar semejante cofradía de orugas. Nunca en mi vida había visto un bosque tan afectado por la plaga como que estaba recorriendo.
Entre pino enfermo y pino enfermo llego a Salinas de Trillo desde donde veo muy a lo alto, como colgado en la roca de la sierra de Turón el que será mi siguiente destino: Troncedo.
Vista de Salinas de Trillo desde lo alto del Castillo de Troncedo |
La carretera se estrecha mucho más si cabe y de repente, como de la nada, arrancan unas rampas en curva espectaculares, sin apenas espacio suficiente para maniobrar, tirando de la primera y con un pie preparado para echarlo a tierra. Es una suerte que no me cruzase con ningún otro vehícul (aunque fuera un patinete), pues no habría habido sitio para que pasásemos ninguno de los dos.
Consultando una web de ciclistas de la que echo mano muchas veces (www.cronoescalada.com) compruebo que hay partes de entre un 15 y hasta un 20%, con rampas muy largas con porcentajes muy altos mantenidos. Sin duda, se destaca como el gigantón de la ruta; alto de Troncedo (975 mts).
Vista de la Fueva desde lo alto de la Sierra de Turón |
Inicio el descenso, que más bien será una travesía de subidas, bajadas y curvas interminables por el lomo de la sierra de Turón. Mi siguiente destino será la localidad de Pano, un pueblo abandonado que el arquitecto suizo Kurt Fridez comenzó a reconstruir a finales de los años 80. Me adentro en el pueblo para tirar un par de fotografías, ya que su situación es espectacular, en equilibrio sobre un afilado espolón de roca, vigilante y a la vez escondido de ojos curiosos. Una vez en el pueblo el ambiente es distendido; un grupo de personas trabaja en la rehabilitación de un par de casas, suena la radio, brilla el sol y yo continúo mi camino.
Pano |
Regreso a la carretera y en apenas 3 kms me llevará de morros a encontrarme con otra gran particularidad con la que cuenta la ruta de hoy: nada más y nada menos que el templo budista de Dag Shang Kagyü, perteneciente al término municipal de Panillo. Allá por el año 1984, los monjes budistas de la rama Vajrayana se instalaron ahí, tras la larga búsqueda de un lugar para su retiro espiritual.
Me choca el contraste entre la solemnidad y la espiritualidad de los monjes con el bullicio de los visitantes y turistas que parecen estar haciendo cola para entrar a alguna atracción del Port Aventura... Cuanto menos me resulta curioso, aunque no hay que olvidar que estamos hablando de un templo budista en pleno prepirineo... Y eso sí que es curioso.
Da para pensar qué es lo que tendrán esas montañas para atraer desde el lejano Bután a unos monjes budistas, o para que el Opus establezca a escasos kilómetros de ahí su santuario, o que un arquitecto suizo encuentre entre sus valles el lugar que tanto buscó para levantar su sueño... Si existe una respuesta, desde luego que no soy yo quien la tiene, quizá sea un caso para la Nave del Misterio, pero desde luego, "algo tendrá el agua cuando la bendicen".
Salgo de ese trozo del Himalaya y regreso a la HU-V-6441, el tramo que queda hasta Graus (apenas 9 kilómetros) prácticamente todo cuesta abajo y la carretera es bastante ancha.
Antes de que me de cuenta estoy cruzando la calle principal de Graus dirección Barbastro, por la N-123 bordeando el embalse del Esera (Barasona-Joaquin Costa). He regresado a los túneles de Olvena, pero en sentido contrario hasta encontrarme en el mismo punto de unión del Ésera y el Cinca, cerrando el círculo de mi ruta.
Regreso dirección Barbastro, pero ahora no iré por los Monegros, sino que tomaré el trozo de autovía construido dirección Huesca (con un trozo de nacional, si eso ya cuando la terminen...) y de Huesca a Zaragoza por la autovía y maricón el último, 130 kms y a casa que se hace tarde y el hambre aprieta.
Conclusiones de la ruta: el área que he recorrido al rededor del embalse del Grado, entre las comarcas del Somontano, el Sobrarbe y la Ribagorza es sencillamente espectacular. Se trata de una zona que no está de paso, escondida entre las vías que nos llevan a esos lugares más concurridos del Pirineo y por las que nada está de paso, a las que hay que ir "de propio". Si algo me han enseñado las rutas que he realizado hasta ahora, es que la carretera que no importa la carretera que se escoja, por secundaria que sea, por alejada que esté o el buen o mal estado en que se encuentre siempre te va a descubrir lugares nuevos, lugares que se convierten en tuyos y que de alguna manera se quedan en tu memoria para siempre.
La ruta en Google maps: https://www.google.es/maps/dir/Alfajar%C3%ADn,+Zaragoza/Sari%C3%B1ena,+Huesca/La+Puebla+de+Castro,+Huesca/Abizanda,+Huesca/Panillo/Huesca/Alfajar%C3%ADn/@42.215949,0.3030678,26719m/data=!3m1!1e3!4m59!4m58!1m10!1m1!1s0xd5918948a55a5b7:0x4e7956e503bd85f2!2m2!1d-0.658333!2d41.619262!3m4!1m2!1d-0.5867254!2d41.8084876!3s0xd58fd84382137cb:0x79deca3a573052ca!1m5!1m1!1s0xd588f9b2fd9a7cf:0x39f15b44301d4ba6!2m2!1d-0.1682271!2d41.780425!1m10!1m1!1s0x12a7960fe4f81e99:0x75ffd40294617d47!2m2!1d0.2901815!2d42.1272594!3m4!1m2!1d0.1553559!2d42.1916114!3s0x12a792468302afb3:0x44594e5a100d1859!1m10!1m1!1s0x12a7ecc5a214d5f7:0x95b15e018e162db8!2m2!1d0.1963364!2d42.2656608!3m4!1m2!1d0.2642606!2d42.3019849!3s0x12a7ebd1b1b1abd3:0x58c4582f0f6af3fc!1m5!1m1!1s0x12a7c000144a01b9:0x8c448b8b68956504!2m2!1d0.3003127!2d42.2369307!1m5!1m1!1s0xd5871364e9a03b7:0x3018c6508cdca90!2m2!1d-0.4082191!2d42.1361842!1m5!1m1!1s0xd5918948a55a5b7:0x4e7956e503bd85f2!2m2!1d-0.658333!2d41.619262!3e0