La ruta que nos ocupa hoy nos ha llevado a la comarca del Matarranya, concretamente a Valderrobres, desde donde he emprendido una vuelta a lo largo y ancho de las comarcas más salvajes y a la vez pintorescas de la provincia de Teruel: Matarranya y el Maestrazgo. He aprovechado para bordear dichos territorios desde el sur, por Castellón, así como también he alargado la vuelta por la Sierra de Arcos y el Bajo Aragón.
Una vuelta que ha tenido como constante las altas temperaturas, la baja afluencia de tráfico en ambos sentidos y unas carreteras en un estado verdaderamente lamentable que nos han dado más de un susto.
Sin más dilación paso a contaros lo que ha dado de sí este fin de semana por tierras turolenses:
ETAPA 1: Alfajarín (Zaragoza) - Valderrobres 130 km.
Salimos al medio día de Zaragoza en busca de la Triumph Becka y yo. La moto está en Alfajarín recién revisada y estrenando rueda delantera nueva. Antes de arrancar haremos la parada casi obligatoria en Rausán para que Tejero nos rellene el depósito bajo un calor abrasador (41 grados) y tiraremos hacia el recién abierto puente de la ARA 1.
Es curioso que un puente que se pegó un par de meses reventado por la enorme crecida que experimentó el Ebro a principios de marzo de este mismo año tan sólo necesitó de un periodo preelectoral para volver a ser abierto al tráfico. Curioso lo de los políticos de este país...
Seguimos desde la ARA 1 hasta conectar con la N-232 e ir alcanzando uno a uno Fuentes, Quinto, Azaila e Hijar, pueblo en el que haremos un alto en el camino para tomar un tentempié.
La calor es insoportable y retomamos la ruta de un solo pechugazo para alcanzar nuestro objetivo. El tráfico es prácticamente nulo, hay que tener en cuenta que es Julio y son las 15:30 - 16:00 de la tarde, por lo que se puede viajar muy tranquilo. Poco a poco vamos llegando a Alcañiz, donde tras un par de rotondas liosas encaramos dirección Valjunquera, La Fresneda y finalmente Valderrobres.
Una vez en Valderrobres nos instalamos en la Fonda Angeleta, una pensión económica y de trato agradable situada en la carretera que nos encarará hacia la ruta que emprenderemos al día siguiente.
A destacar también la plaza mayor, donde está el ayuntamiento, lugar en el que aprovechamos para recuperar líquidos y degustar una buena cena. Por no hablar de la oficina de turismo, donde Luis (http://www.turismomatarraña.es/), el mozo que está al cargo de aquello nos recomendó una serie de rutas y parajes que no nos debíamos pasar de largo. Nos atendieron estupendamente bien y según me han recomendado, las rutas guiadas que hacen por la comarca son una auténtica pasada.
Ya de noche, volíamos sobre nuestros pasos dejando atrás el caso antiguo de la ciudad cruzando el puente de San Roque, toda una seña de identidad de la ciudad.
ETAPA 2: Valderrobres - Morella - Cantavieja; 110 km.
La A 2413 se ha convertido en la CV 110 y para empezar, se ha estrechado considerablemente. Es una carretera muy poco transitada, con innumerables conexiones con caminos agrícolas, dada la presencia de fincas y explotaciones ganaderas en la zona. En dichos cruces deberemos tener bastante cuidado con la gravilla que han soltado los tractores y demás vehículos agrícolas.
Por lo demás es una carretera preciosa, entre árboles a un lado y pegada a un barranco por el otro, con curvas suaves y un recorrido muy agradecido que nos llevará hasta un puerto de montaña acojonante donde tocará reducir a primera en más de una cuesta, especialmente en los cambios de desnivel que presentan las curvas. Cuando se corona la cima se divisa todo el valle que hemos dejado atrás y sólo en ese momento se es consciente de la altura que se ha subido. La bajada es mucho más suave y apareceremos en la cima de Torre Miró donde volveremos a encontrarnos con la N 232 rumbo a Morella.
Continuaremos hacia Vilafranca del Cid, donde el paso de una carrera ciclista de carácter local nos hará detenernos hasta que pase el pelotón. El calor aprieta con fuerza y empieza a sobrar toda la ropa de moto... Toca aguantarse que ya me llevé buenas quemadas en los brazos en la de Soria.
Desde ahí desandamos el camino del Cid y retornamos a tierras aragonesas en dirección noroeste hacia la Iglesuela del Cid. Una carretera muy agradecida y donde se le puede apretar un poco más a la moto. El paisaje se cierra un poco más en valles profundos y verdes y deja atrás el secarral.
Unos kilómetros más adelante, con unas vistas impresionantes, nos encontramos de frente con Cantavieja, de nuevo un pueblo con la placa de "Los Pueblos más Bonitos de España" colgado de una loma frente al barranco que ha excavado el río del mismo nombre. Las prisas y el calor sofocante nos privan de visitar sus calles y nos limitamos a apearnos en uno de sus bares de carretera.
Aprovechamos para descansar y comer algo antes de emprender el resto del viaje y comprobamos que la fama de los embutidos y curados de la zona no tienen mala merecida fama.
ETAPA 3: Cantavieja - Pitarque - Ejulve - Alcorisa - Mas de Las Matas - La Ginbrosa - Valderrobres 153 km.
Arrancamos dirección al río Pitarque y los Órganos de Montoro sin haber tenido en cuenta en exceso el estado de la carretera que pronto íbamos a descubrir. Apenas habíamos conducido una decena de kilómetros dirección Fortanete cuando tomamos el desvío a Cañada de Benataduz (os juro que el nombre de este pueblo no se me olvida en la puta vida) y descubrimos una carretera en obras de punta a punta. Asfalto levantado, señalización nula, baches, socavones, curvas, quitamiedos desaparecidas... Un viaje tortuoso de unos ocho o diez kilómetros que se hacen como 100 o 200. Por el camino, tan sólo nos cruzamos con un par de perros pastores persiguiéndose por medio de la carretera. Eso sólo quiere decir una cosa, y es que el tráfico debe ser algo prácticamente nulo a través de la carretera que cruza el pueblo.
Llegamos a Villarluengo, donde la carretera mejora (desaparecen las obras, vamos a dejarlo ahí) y continuamos hacia Pitarque, famoso por el nacimiento del río del mismo nombre, las piscifactorías para truchas y su magnífico enclave. Subimos un puerto bastante entretenido y bajamos hasta el nivel del río, entre árboles y barrancos hasta llegar a los órganos de Montoro, una imponente formación montañosa que se puede apreciar desde la misma carretera. La carretera que separa Pitarque de Montoro está más o menos bien, en una serie de congostos entre pared y precipicio, de curvas suaves en las que hay que tener cuidado con las piedras que caen producto de los desprendimientos.
Aún es pronto y decidimos continuar hacioa Ejulve para pillar el puerto que nos llevará hasta la sierra de Arcos. Un error.
La carretera vuelve a estar en obras; en este caso en todo el puerto de montaña, haciendo que la moto pegue un par de patinazos de atrás (y os aseguro que iba a una velocidad ridículamente baja). El paisaje no puede ser más desolador a izquierda y derecha, conduciendo entre un pinar arrasado por el fuego, sin una gota de sombra ni un sólo árbol de pié. Un paisaje lamentable.
El calor y el cansancio empiezan a hacer mella y decidimos volver por la mejor carretera (que no la más directa) a Valderrobres. Salimos de Ejulve a la N211 dirección Alcorisa y desde ahí, por Mas de las Matas hasta Aguaviva, donde tomaremos un desvío que nos llevará directos al Matarranya por la Ginebrosa, Cañada de Verich y la Cerollera. Carreteras por lo general en condiciones normales, no son vías de la ostia, pero tienen un pase. Tras estos pueblos, vuelta a un pequeño tramo de la N 232 y encararemos Rafales en el último tramo de la ruta.
Este último tramo ha supuesto sin duda la mayor decepción de la jornada, con una carretera de apenas 18 kilómetros, que nos ha hecho sudar tinta china. TE - V - 3004, así se llama, aunque bien le podían haber dado el nombre de algún GR o PR de los que nos muestra Mariano Navascués en Chino Chano.
El paisaje y la situación no podían ser más idílicos; entre árboles y montañas, a la sombra de los pinares, atravesando la comarca del Matarranya hacia Valderrobres, su corazón, paralela al mismísmimo río Matarranya. Pero el firme parecía una broma de mal gusto que hacían que el tramo de Cañada de Benataduz pareciese una autovía comparado con esta carretera. Socavones, gravilla, trozos sin asfaltar, grietas, baches, agujeros... Algo totalmente inaceptable en una comarca tan turística como esta, única vía a través de la cual acceder al Salt y única conexión entre Ráfales y Valderrobres.
Conclusión: instituciones pertinentes de la provincia de Teruel: suspenso muy grave en el estado de las carreteras. Es inaceptable se mire desde el punto de vista que se mire. Cada vez que se pasaba al lado de la provincia de Castellón nos ponían la cara colorada, y aquí no valen excusas de tres al cuarto ni orgullo de patria chica; si se quiere impulsar el turismo en una zona como el Matarranya o el Maestrazgo es condición indispensable que las carreteras cumplan mínimamente las condiciones de seguridad vial.