miércoles, 12 de diciembre de 2018

EN EL PAIS DE LA CELTIBERIA; Episodio V: Los Arévacos





No soy muy futbolero, pero recuerdo como si fuera ayer los cuartos de final de la Copa del Rey de 1996 que enfrentaron al Numancia de Soria frente al FC Barcelona que comandaba Johan Cruyff. Aquel modesto equipo que malvivía en el lodazal de la segunda B consiguió atraer la atención de todos los focos al tumbar en las eliminatorias de copa a dos equipos de primera como eran la Real y el Sporting de Gijón. Su estrategia era sencilla: un juego valiente y sacrificado frente a rivales que salían al campo demasiado seguros de su victoria. Atacaban y se replegaban hasta marcar gol a esos equipos que tanto les habían infravalorado. Después, cerrojazo atrás y a aguantar el resultado resistiendo uno tras otro los envites de sus rivales. En Cuartos de final llegó el cruce contra el Barça sorprendiendo a todo el mundo con un empate a 2 en el partido de ida dejando la eliminatoria completamente abierta. Una semana después, el sueño de este humilde equipo de fútbol se vio truncado en el partido de vuelta celebrado en el Camp Nou, donde podría caber toda la población de la provincia de Soria y seguir dejando sitio para 9.000 culés. El Barça reunió a sus mejores tropas y acabó con el sueño del Numancia a los que acabó derrotando por 3 goles a 1.
Veintidós años después, es muy probable que más de uno (especialmente los atléticos) recuerden que al final el Atlético de Madrid, como si en un acto de justicia poética se tratase le acabó arrebatando la copa del rey al FC Barcelona sobre el césped de la Romareda. Lo que seguro que recordamos todos aquellos que teníamos uso de razón en el `96 es esa pequeña gran gesta futbolística que no es mas que la revisión del ya manido cliché de la lucha entre el fuerte y el débil que no se deja doblegar. Al final, el débil cayó, pero resistió con heroicidad hasta el final y por ello les recordamos.

Hablar de Numancia, es hablar de la Celtiberia con mayúsculas, pues es sin duda el nombre propio que más engrandeció a esa agreste región que se extendía al poniente de la Ibudeba. Pocos episodios de la historia de España están a la altura del legado que ha dejado esta mítica ciudad en nuestra memoria colectiva. Su nombre (a parte del equipo de fútbol) ha llegado a acabado llegando a nuestros días como sinónimo de heroicidad, de resistencia hasta las últimas consecuencias, de la lucha del débil contra el poderoso, etc...



Pero... ¿qué es Numancia?

Hay gente que piensa que es el antiguo nombre de la ciudad de Soria, pero no es así. No solo no es el antiguo nombre de Soria, sino que tampoco estuvo situada ahí, sino sobre el cerro de la Muela, en la localidad de Garray, a 9 kilómetros de Soria capital.

Tras su abandono en el S. X, Numancia cayó en un olvido que duró más de cinco siglos. Su localización se convirtió en todo un misterio y había quienes se referían a ella como una ciudad perdida, una leyenda que nunca existió. Pero los libros de historia no mentían y fueron los testimonios escritos de sus propios protagonistas (Estrabón, Plinio, Ptolomeo,...y así hasta 22 mega cracks de la antigua Roma) los que ayudaron a que en 1853 Eduardo Saavedra encontrase la localización exacta de aquella ciudad que el itinerario Antonino situaba entre Augustóbriga y Uxama.

Cuando los romanos encaminaron su conquista de Hispania (S. II a.c.) expandiéndose a través del valle del Ebro y remontando hacia la meseta, Numancia no era más que otra ciudad bárbara que conquistar, otra mota de polvo que eliminar del mapa. Con lo que no contaban era con que esa ciudad era la "capital" y el hogar de la tribu de los arévacos, sin duda los rivales más duros con los que se llegaría a medir el ejército de la República Romana.

Veintidós siglos después...



...10 de Agosto de 2018. (Alfajarín - El Burgo de Osma) 320 kms.

No lo voy a negar, soy bastante vago. Llevo algo más de un año haciendo estas "Rutas en el País de la Celtiberia", un proyecto que creí que terminaría en un par de meses, pero que para llegar a hacer en condiciones requiere de un nivel de investigación y documentación muy exhaustivo. He salido de trabajar y preparo la moto y el equipaje para ir hacia Valdenebro (en la provincia de Soria) donde voy a pasar un par de semanas de mis vacaciones de verano, por lo que aprovecharé no solo los viajes de ida y vuelta, sino también la propia estancia para poder hacer esta ruta con el nivel de detalle que merece. Valdenebro es un pequeño pueblo que se encuentra adscrito a la comarca de las Tierras del Burgo, un territorio que (como la mayoría de la provincia soriana) fue hogar de la tribu celtíbera de los arévacos.

Arranco desde Alfajarín (el mejor pueblo del mundo, situado en la provincia de Zaragoza) y tomo la autovía A-68 hasta Pedrola (50 km). Ahí conecto con la "carretera de Pozuelo" (CV-620 y A-1303) hasta Borja (30 kms). Una vez ahí podré ir hasta Tarazona por la N-122 (22 km por nacional) o hacer el tramo que ya hice en la ruta  ( LOS LUSONES  ) y que nos llevará por El Buste en una carretera mucho más revirada y entretenida (CV-846, 25 km). Como siempre, todo depende de la prisa y las ganas que tengamos.
Que bonica la Katy!
En Tarazona cogeremos la N-122 dirección Ágreda y en apenas unos kilómetros, justo después de cruzar el límite entre Castilla y Aragón, entre Soria y Zaragoza, atravesaremos también la línea imaginaria que hace veintidós siglos separaba los territorios de los Lusones (al este), los Pelendones (al Norte) y los Arévacos (al oeste). A 15 km de Ágreda se encuentra el primer enclave arévaco con que nos vamos a topar.
El actual pueblo de Muro de Ágreda se encuentra edificado sobre la antigua ciudad de Arekorataz o Areicoraticos. A pesar de que las fuentes clásicas no cuentan mucho de esta ciudad, sí que sabemos de su existencia debido a la numerosa moneda que acuñó y al hallar su nombre escrito en la más famosa tesera de hospitalidad de toda la celtiberia: el bronce de Luzaga.
Las teseras de hospitalidad, llamadas por los romanos hospidium eran algo así como el "Best Friends Forever" de la época. No hay que olvidar, que aunque rudos y crueles con sus enemigos, los celtíberos eran un pueblo muy hospitalario con otras tribus e incluso con los extranjeros. Hacían pactos y establecían vínculos de mutua protección que materializaban con pequeñas planchas de bronce que se hacían en parejas y que normalmente se unían entre sí. Algo así como esos corazones partidos en dos que se regalan las parejas en San Valentín para que cada uno conserve una mitad... (El Johnny y la Vane Forever and ever y esas cosas...)
Arekorataz fue tomada por los romanos durante las Guerras Celtíberas, que la refundaron bajo el nombre de Augustobriga en tiempos del emperador Octavio Augusto (34 a.c.). La ciudad romana aparece citada en el Itinerario Antonino como un lugar de cierta importancia estratégica debido a su privilegiada posición.
Además de pequeños hallazgos, los restos más representativos que quedan de la antigua ciudad son las ruinas de las antiguas murallas. De ahí que el nombre que se le dio al pueblo en tiempos de la reconquista fuera el de Muro de Ágreda.

Campos de girasoles a pie de carretera

Regreso a la N-122 a la altura de Matalebreras para pasar el puerto del Madero (1.114 mts.) que nos servirá para salvar la sierra del mismo nombre. Como ya he descrito en otras ocasiones, es un puerto sin grandes cuestas y con un trazado muy tendido, sin curvas especialmente comprometedoras, pero que será la única nota de color este tramo monótono y aburrido que hay entre Ágreda y Soria. En el descenso, hacia las cuestas de Omeñaca, habremos dejado atrás los pinos que cubrían la sierra del Madero y conduciremos partiendo en dos las suaves tierras roturadas del Campo de Gómara a la izquierda y a la derecha, en la lejanía, las agrestes y montañosas Tierras Altas. Por el retrovisor, de soslayo en algún que otro recodo todavía nos seguirá vigilando el Moncayo. El firme está en buenas condiciones y este estado va a ser más o menos constante en los 38 km que nos quedarán hasta llegar a Soria capital.
He quedado con la gente de Motos Valero, el concesionario y taller que lleva KTM en Soria para hacer la revisión anual a la 1050 Adventure. Mientras la moto está en cocheras aprovecho para estirar las piernas por el parque de la Alameda (impresionante!) y como no podía ser de otra forma hago la visita de rigor al Museo Numantino.

Armamento celtíbero expuesto en el Museo Numantino

Sobre las vitrinas de este recinto se encuentran dispuestos cronológicamente todo tipo de vestigios encontrados en la provincia soriana desde el Paleolítico hasta la romanización. En su interior podemos ver objetos tan singulares como el pie de un dinosaurio, la pelvis de un elefante prehistórico a un auténtico Shangri-La de la celtiberia.
El Museo Numantino cumple una importante función aglutinadora de todo tipo de hallazgos celtíberos entre los que destacan: cerámicas, vasos, cascos, corazas, espadas y las populares fíbulas (un tipo de broche con el que se sujetaba la túnica a la altura del hombro). Una de esas fíbulas ha sido adoptada como el símbolo soriano por excelencia y no es raro ver una esas pegatinas con la silueta de un caballo pegadas en coches y motos de sorianos y simpatizantes (como un servidor).

Báculo ceremonial en forma de caballo. Museo Numantino.

La gran mayoría de piezas expuestas fueron encontradas en las necrópolis. Como ya hemos comentado en alguna otra entrada de este blog, el rito funerario de los celtíberos era muy curioso. Aquellos que fallecían de causa natural eran incinerados junto a sus armas y sus restos posteriormente enterrados o bien en un hoyo o en una urna funeraria decorada. El ajuar y sus armas eran dobladas e inutilizadas y se enterraban junto al difunto acompañado de un vaso ceremonial en forma de ofrenda a los dioses. Por otro lado, aquellos celtíberos que caían en combate recibían un honor mayor, entregando sus cuerpos como pasto a los buitres (animal sagrado considerado un intermediario entre su dios y el hombre), los cuales elevaban con su vuelo sus restos a las deidades.

Desde la propia Soria y ya con la moto en perfectas condiciones para rodar recorro los 9 km que me separan de Garray por la N-111 para llegar al Yacimiento de Numancia.

Antes de nada me gustaría citar que los terrenos del cerro de la Muela donde se encuentra el yacimiento fue una finca perteneciente a la familia Marichalar, muy conocida en España por la figura de Jaime de Marichalar; ex marido de la infanta Elena y padre de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, grande de España y caballero divisible hijodalgo del ilustre Solar de Tejada. La familia cedió estos terrenos al Estado en tiempos de Alfonso XIII para la conservación del yacimiento.

Tras atravesar el pueblo de Garray se toma el desvío a la derecha y se sube la cuesta de acceso al yacimiento. En la cima nos recibe una reconstrucción de la muralla celtíbera que sirve de acceso al párking y a las instalaciones. Recomiendo como imprescindible visitar los restos de la ciudad de Numancia con la visita guiada. Las dos veces que he estado ahí he estado con los guías, que son personas implicadas directamente en el yacimiento, expertos en arqueología y que en la mayoría de los casos han participado en las excavaciones y labores de conservación de primera mano.

Entrada al Yacimiento de Numancia. Reconstrucción de las murallas.

Un apunte importante para aquellos que esperen encontrar en el yacimiento de Numancia el súmmum del mundo celtíbero es que se van a decepcionar. La gran mayoría de los restos visibles que quedan (pocos) pertenecen realmente a la ciudad romana que se superpuso sobre la celtíbera tras la conquista de esta. Así pues, la planta de las casas, el urbanismo, los aljibes y todo tipo de construcción visible si bien tendrá su origen celtíbero, será de manufactura romana. Como curiosidad, está el tema del trazado de las calles. Es sabido que los romanos eran gente muy cuadriculada, con una mentalidad de que si algo funcionaba, lo repetían hasta la saciedad sin modificarlo. El urbanismo no era una excepción, así pues, disponían las ciudades a partir de dos ejes perpendiculares que cruzaban la ciudad de punta a punta: el cardo (N-S) y el decúmano (E-O) y el resto de calles secundarias se distribuían a partir de estas dos arterias principales. Este es un patrón que se repite en todas las ciudades romanas, excepto en Numancia. ¿Cuál fue el motivo para que se diese esta alteración? Ni más ni menos que el trazado original celtíbero. Los arévacos construyeron las calles con una disposición irregular (quebrada) para proteger a la ciudad del viento del norte (el "cizicus" que bautizaron los romanos, nuestro actual cierzo) que con tanta fuerza azotaba el cerro sobre el que se erigía Numancia .

Numancia y los arévacos toman protagonismo en la historia al encontrarse de morros con los romanos en el S. II a.c., que andaban enfrascados en su conquista de la Península Ibérica. Es importante aclarar que los celtíberos no eran ningunos desconocidos para los itálicos, pues durante las guerras púnicas contra los Cartagineses de Anibal & company, ya contrataron a un buen número de guerreros como mercenarios granjeándose una buena fama como jinetes expertos y temibles soldados armados con espadas de un acero nunca antes visto.

Trazado de las calles en Numancia.

Tras la primera Guerra Celtíbera ( 181 - 179 a.c.) que ya vimos en la entrada de este blog sobre los Lusones ( LOS LUSONES ), los pueblos que habitaban en torno al Mons Chaunus (El Moncayo), firmaron una rendición ante el cónsul Graco aceptando unas cláusulas muy abusivas.
Estas condiciones implicaban el pago de altos tributos, la prestación del servicio militar y la prohibición no solo de construir nuevas ciudades, sino tampoco ampliar y/o fortificar las ya existentes.

Graco fundó una ciudad a la que le dio su mismo nombre: Gracurris (la actual Alfaro, en La Rioja), desde donde gobernó con puño de hierro la frontera romana y celtíbera que marcaba el cauce del Ebro durante los veinticinco años que duró esa farsa en forma de Paz Romana.

No hay que olvidar que los propios romanos describían el territorio celtíbero como una tierra pobre, con un clima duro y agreste que hacía complicado el cultivo de cereales. Eran mayoritariamente un pueblo ganadero que se alimentaban de la carne y los lácteos que conseguían de sus animales (50% de cabras, 20% de ovejas, 20% de vacas y 10% de cerdos). Además, sabían explotar los recursos de los bosques y eran grandes recolectores de miel y bellotas, estas últimas uno de los principales pilares de su alimentación.

Con esa situación crítica y los tributos cada vez más altos que exigían los administradores romanos, los celtíberos fueron sometidos a una presión económica y social cada vez mayor. Esta situación les llevó incluso a enviar en el 171 a.c. una delegación al mismísimo senado romano en el que protestaron por las irregularidades que se estaban cometiendo, pero Roma no les escuchó.

Esta situación siguió agravándose hasta que en el 153 a.c. los romanos declararon la guerra a la ciudad de Ségeda. El casus belli fue que los belos habían ampliado la muralla de su ciudad contraviniendo las ordenes de Roma. Como ya vimos en el capítulo de los Belos ( LOS BELOS ), el senado se vio obligado a modificar el calendario adelantando el comienzo del año del 15 de marzo al 1 de enero pues el comienzo del año designaba el nombramiento de un nuevo cónsul que tuviese al ejército preparado antes de la época estival (pues los romanos, que debían ser bastante frioleros, no hacían la guerra en invierno).

Así pues, designaron al cónsul Nobilior que partió hacia Hispania al frente de 30.000 hombres para atacar la ciudad de Ségeda. El problema fue que cuando Nobilior llegó, la ciudad estaba completamente deshabitada y sus habitantes, de la tribu de los belos se habían refugiado en Numancia, la ciudad de sus vecinos y aliados: la poderosa tribu de los arévacos.
Nobilior, loco de ira destruyó la ciudad de Ségeda y marchó hacia Numancia. Con lo que no contaba era con que una coalición de belos y arévacos les estaba esperando entre los montes que tan bien conocían de la ibérica para caer sobre ellos en una emboscada. Ese 23 de agosto, día de la fiesta de la  Vulcanalia, Nobilior perdió a 6.000 hombres, haciendo que ese día pasase de ser un día festo a ser un día funesto, llegando la expresión hasta la actualidad.

Reconstrucción de una casa celtíbera en Numancia.

Tras replegar sus tropas y recibir refuerzos de Masinisa, el rey de Numidia (antiguo reino africano aliado de Roma que se extendía por la actual franja norte de Marruecos, Argelia y Libia), Nobilior se decidió a atacar la ciudad de Numancia donde se habían guarecido segedenses y arévacos. Los atacantes lanzaron contra la ciudad a los diez elefantes que el generoso rey Masinisa les había enviado y cuenta la leyenda que un celtíbero le lanzó una gran piedra a la cabeza a uno de esos animales hiriéndole de gravedad. Este empezó a barritar agonizante e hizo que se asustasen los otros nueve paquidermos dándose la vuelta y atropellando a las propias tropas númidas y romanas que esperaban en la retaguardia.

Nobilior se retiró de la batalla derrotado a descansar y a curar las heridas en su campamento donde pasó el invierno (situado cerca del pueblo de Renieblas). El hambre, el frío de las Tierras Altas sorianas y las escaramuzas celtíberas que sufrieron hicieron que Roma acabase destituyendo a Nobilior en favor del hábil Claudio Marcelo, quien negoció un armisticio con los celtíberos que duraría ocho años.

Las hostilidades se revitalizaron en el 143 a.c y durante los diez años siguientes fueron hasta cinco los generales que fueron derrotados en su intento de conquistar Numancia.
Roma, incapaz de soportar la humillación de no poder tomar la ciudad arévaca decidió poner fin a esta situación colocando al frente a su mejor general. Publio Cornelio Escipión Emiliano, el destructor de Cartago, Africanus Menor, era el nieto de Escipión el Africano, quien derrotase a Anibal en la llanura de Zama.

Escipión llegó a Hispania con un ejército de 20.000 novatos, una tropa de un tamaño mucho menor que el de los anteriores generales para más inri. Las tropas que se habían quedado en Hispania y que se encontró Escipión eran muy indisciplinadas y además estaban completamente desmoralizadas por la tarea que tenían por delante. Tras poner las pilas a su ejército, lo primero que hizo fue atacar a los vacceos (tribu celta que ocupaba las actuales provincias de Valladolid y Segovia), tribu agricultora que proveía a los numantinos de cereal y alimento a cambio de la carne y la leche de los animales arévacos. Tras cortar los suministros de los vacceos y a diferencia de sus predecesores, Escipión rehusó atacar la ciudad de frente y decidió encerrarla en un cerco formado por siete fuertes unidos entre sí por un muro.
Tras meses de sitio, la comida  empezó a escasear y los apenas 4.000 numantinos que habían quedado encerrados en la ciudad se empezaron a ver atacados por el hambre y las enfermedades.
Esta situación les llevó a lanzar ataques desesperados contra el cerco de Escipión, pero los romanos derrotaron sin dificultad a los debilitados arévacos. Retógenes fue el único numantino que consiguió escapar de la ciudad para ir en busca de ayuda a otras tribus celtíberas, pero el temor a Roma era muy grande. Tan solo consiguió que 400 jóvenes de Lutia se uniesen a su lucha, pero estos fueron traicionados por los ancianos de la tribu, temerosos de las represalias de Roma. Como represalias, Escipión mandó que les cortasen las manos dando así un castigo ejemplar en caso de que alguna que otra tribu se estuviese planteando la idea de acudir en ayuda de Numancia.
Varios meses después, la hambruna hizo que la situación fuese empeorando hasta llegar a ser insostenible, por lo que se vivieron situaciones desesperadas que les llevaron a cometer incluso episodios de canibalismo.

Casas de la época de la Numantia romanizada.

Finalmente, en el 133 a.c., tras once meses de sitio la ciudad se rindió. Al atravesar los muros de Numancia, Escipión se encontró con una escena dantesca, en la que la gran mayoría de la población se había quitado la vida antes de ser capturados. El resto fueron vendidos como esclavos, excepto cincuenta, que fueron llevados a Roma para ser expuestos en el desfile triunfal de Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor, que añadió a su nombre (ya de por sí largo) el título de Numantino.

Con la caída de la capital arévaca de Numancia, prácticamente toda la celtiberia fue sometida por Roma.
La ciudad fue ocupada por los pelendones y destruida de nuevo en las guerras sertorianas. Después volvió a ser reconstruida  y pasó a ser un municipium romano que utilizó el propio Octavio como punto de avituallamiento en las guerras cántabras que comenzó a partir del 29 a.c. Tras más de cuatro siglos de actividad incesante, al igual que la llama del imperio romano, Numantia se fue apagando hasta ser abandonada en favor de otro tipo de asentamientos rurales hasta caer en el olvido.

Abandono el yacimiento de Garray y bordeo la ciudad de Soria para tomar dirección suroeste por la SO-100. Es una carretera ancha y bien asfaltada que nos llevará entre pinos y plantaciones de girasoles a través de los suaves relieves que nos ofrecerá la sierra de Inodejo. Poco antes de llegar a la localidad de los Quintana Redonda podemos hacer un alto en el camino y tomar el desvío hacia la derecha por la SO-P-4190. Esta carretera secundaria nos meterá a través de un pinar típico soriano en un recorrido curveado lleno de pequeñas subidas y bajadas. A pesar de que el firme está bastante castigado y hay mucho bache y demasiada gravilla, también se agradecerá después de tanto museo y tanta explicación un tramo de moto que rompa con la monotonía de la ruta.

Se trata de un tramo de apenas 5 kms. que nos llevará hasta Izana. A pesar de que no lo visité, este pueblo también cuenta con un Castro Celtíbero coetáneo de Numancia situado a escasos 700 metros en línea recta por una pista dirección norte. En Izana  giraremos a la izquierda por la SO-P-4189  y siguiendo las indicaciones, en poco menos de 1,5 kms llegaremos a la Villa Romana de la Dehesa. Se trata del casoplón de la familia de los Irrico, unos celtíberos romanizados venidos a más que en el S. IV d.c. decidieron hacerse una mansión descomunal de 4.000 metros cuadrados cuyo trazado ha quedado descubierto por los ricos mosaicos que se han conservado. La Diputación de Soria ha realizado un gran trabajo de conservación y el yacimiento está completamente visitado, acondicionado (e incluso cubierto bajo techo). A pesar de que tiene más bien poco que ver con los celtíberos, es un lugar muy recomendable para visitar. ( https://www.villaromanaladehesa.es/ )

Mosaicos de la Villa Romana de la Dehesa

Regreso a Quintana Redonda por Las Casas de Soria, un pequeño pueblo que también cuenta con un Castro Celtíbero junto a la ermita, sobre la hoz que excava el río Izana. La carretera hacia Quintana es un tramo incluso peor conservado que el tramo de ida, pero en un trazado mucho más recto, rodeado de plantaciones y explotaciones ganaderas.

Una vez llegados a Quintana Redonda nos incorporaremos de nuevo a la SO-100 y conduciremos 30 kms hasta salir a la CL-116, justo en frente de Berlanga, en pleno valle del Duero. Desde ahí, conduciremos apenas una veintena de kilómetros para hacer noche en la localidad de Valdenebro.

Yacimiento Villa Romana de la Dehesa

Un par de días después, tras tener que sustituir la batería de la KTM (gracias a Javi que lo gestionó todo a las mil maravillas en su taller de San Esteban de Gormaz) retomé la marcha hacia mi siguiente yacimiento, el cual lo tenía bastante cerca de Valdenebro. A 14 kms dirección oeste por la CL-116/N-111 se llega a la ciudad de Osma, que se encuentra separada del Burgo de Osma tan solo por el cauce del río Ucero.

Situada sobre una colina que se levanta a los pies de Osma, frente al castillo medieval, se puede divisar desde lejos una atalaya morisca que nos indica el lugar que ocupó la ciudad arévaca de Uxama.
Al yacimiento se puede acceder por la carretera N-111 en un desvío a mano izquierda que está perfectamente señalizado y que nos conducirá por una pista colina arriba siguiendo un itinerario marcado por paneles explicativos.
Me doy prisa en visitarlo pues en el horizonte empiezan a asomar unos nubarrones que tienen pinta de no traer consigo nada bueno.
Al igual que sucedía en Numancia, los restos que se pueden ver no pertenecen a la ciudad celtíbera sino a la Uxama Argaela que fundaron los romanos tras conquistar el territorio. Se puede distinguir una estructura similar a un foro, así como estancias, casas y un depósito de agua bastante dispersos entre sí, que ayudan a hacerse a la idea de las dimensiones que llegó a tener la ciudad.
Uxama aparece nombrada infinidad de veces en las páginas de la historia como una ciudad arévaca de participación muy activa en las Guerras Celtíberas hasta ser tomada por las tropas romanas en el 99 a.c. resistiendo incluso después de la caída de Numancia. El propio Estrabón alabó la raza de caballos de pelaje moteado que criaban en Uxama, ágiles y rápidos, adiestrados para subir grandes pendientes o clavarse en el sitio cuando su jinete así lo ordenaba.

Vista del Burgo de Osma desde el yacimiento de Uxama.

Tras la rendición, Uxama, pasó a ser una ciudad romana. Del mismo modo que hicieron otras ciudades celtíberas firmaron su sentencia de muerte apoyando la causa de Quinto Sertorio. Por el 84 a.c. andaba Roma a revueltas en una guerra civil entre populares y optimates (aristócratas). El joven pretor Sertorio huyó a Hispania a hacerse con el favor de las tribus indígenas recientemente conquistadas e inclinar la balanza hacia el lado popular. Mientras Sila, al frente de los aristócratas se hacía con el control de Roma, Sertorio se ganó a la población celtíbera rebajando los impuestos, liberándolos de sus obligaciones para con Roma y tratándolos como ciudadanos de primera y no como miembros de un mero pueblo conquistado. Roma, al ver que Sertorio estaba creando en Hispania un estado paralelo al romano decidió mandar a sus mejores generales: Metelo y Pompeyo para sofocar esta rebelión. Este hecho desencadenó las Guerras Sertorianas, que se alargaron durante diez largos años que acabaron dos años después de la muerte de Sertorio, traicionado por los suyos. Uxama, Termes, Clunia y Calagurris se mantuvieron leales a la causa sertoriana y fueron las últimas en caer, siendo destruidas por Pompeyo en el 72 a.c.

Foro y restos de la ciudad de Uxama.

Años después fue reconstruida y convertida en Uxama Argaela, alcanzando el estatus de municipium romano en tiempos de Tiberio, convirtiéndose en una próspera ciudad monumental que llegó a las 28 ha de extensión. En la época medieval, como les sucedió al resto de ciudades de origen celtíbero, Uxama fue abandonada y sus gentes fundaron la ciudad de Osma debajo de la loma, a la rivera del Ucero.

Continúo mi viaje hacia el norte desde la misma ciudad de Osma por la SO-P-5007 en dirección a Berzosa. Es una carretera estrecha que serpentea suave y sin mucho tráfico en ninguno de los dos sentidos entre amplias extensiones de campos de cultivo. Cruzaremos el valle del pequeño río Rejas (también llamado Madre) y las localidades de Berzosa, Fuentearmegil, Fuencaliente del Burgo y finalmente Guijosa. En total: 26 kilómetros, 4 pueblos, un río y no más de 300 habitantes.
Poco antes de Guijosa ya habremos conectado con la SO-934 que transcurrirá paralela al cauce de los ríos Seco y Pilde y que abandonaremos apenas transcurridos 4,5 kms. después de atravesar Quintanilla de Nuño Pedro (17 habitantes). El desvío que cogeremos a la derecha es algo a mitad de camino entre una pista forestal y una carretera muy mal asfaltada. Esta vía que transcurre entre arboledas y dehesas de las que manan numerosas fuentes y manantiales atraviesa el límite inter-provincial que separa Soria de Burgos.

Por esta carretera llegaremos a Hinojosa del Rey y tras callejear este pequeño pueblo conectaremos con el ramal que nos llevará hasta la BU-925. Una vez llegados al cruce ya se pueden observar dos grandes elevaciones que quedan a ambos lados de la carretera. A la izquierda, un enorme cerro con forma muela llmado el Alto del Castro y a la derecha, más agreste, el Alto del Cuerno sobre el que se situó la ciudad arévaca de Clunioq o Clunia.

Decía Plinio el Viejo en su "Historia Natural":

A los arévacos les dio el nombre el río Areva. De ellos son seis poblaciones, Secontia y Uxama, nombres que se emplean también en otros lugares, y además segovia y Nova Augusta, Termes y la propia Clunia, confín de la Celtiberia.


Teatro romano en el yacimiento de Clunia.

Se sabe muy poco de la historia de esta ciudad arévaca, y lo poco que sabemos es a través de los ojos de Roma. Tan solo sabemos de su implicación en las guerras Sertorianas, tomando partido del propio Sertorio. Pompeyo asedió Clunia en el 75 a.c. y la ciudad resistió haciendo que el poderoso general romano retirase sus tropas. Tuvo que ser veinte años más tarde, cuando el general Metelo, en su sometimiento a la tribu de los vacceos pone sitio a Clunia y la rinde.
Respecto al yacimiento, y a diferencia de los otros que hemos visto con anterioridad, se han conservado los restos celtíberos y romanos en ubicaciones diferentes. Así pues, encontramos restos (sin descubrir, actualmente está todo cubierto) de Clunioq sobre el Alto del Cuerno y en frente, sobre el Alto del Castro tenemos la Colonia Clunia Sulpicia romana.

Así pues, atravieso el cauce del Arandilla y tomo el desvío a la izquierda, donde está el pueblo de Peñalba de Castro. Ahí, una carretera da acceso al espectacular yacimiento de la Colonia Clunia Sulpicia.
Al fondo, el alto del Cuerno, en el que se situó Clunioq

Tras un acceso donde se paga la entrada, el yacimiento se visita con el vehículo. Dentro se pueden encontrar los espectaculares restos del Teatro, las  termas, el foro y tres casas impresionantes. Esta monumentalidad se debe a la fundación del municipium en tiempos de Tiberio, convertida en capital de convento con Claudio I.

Andaba Roma a revueltas con el emperador Nerón cuando Servio Sulpicio Galba, que se encontraba por aquel entonces en Clunia fue proclamado Emperador. El propio Suetonio escribió en su "Vida de los doce Césares" que un oráculo del subsuelo de Clunia adivinó que "de Hispania saldrá un hombre que habrá de ser el dueño del mundo". Como agradecimiento, Galba otorgó a Clunia el honor de llevar el nombre de su familia: Sulpicia. Desde Clunia, Galba marchó hacia Roma donde ocupó el trono todavía caliente de Nerón, pero su mandato, que debía basarse en la austeridad, tras la política de derroche de su predecesor desilusionó a sus valedores y apenas siete meses después fue asesinado en el foro.

Otro de los hitos importantes de Galba en Hispania es que fundó una legión de nuevo cuño en territorio ibérico. Fue la VII Legio Geminia (también llamada Galbiana), cuyo campamento se encontraba en la actual ciudad de León, cuyo nombre actual no es otra cosa más que la evolución de la palabra romana legio (legión). Con esta legión marchó hacia Roma para derrocar a Nerón. Posteriormente, volvieron a la Tarraconensis para sofocar las revueltas de los pueblos del norte y sobre todo para proteger el yacimiento mineral de las Médulas.
Termas romanas en Clunia Sulpicia

Abandono el yacimiento de Clunia y bajo por la BU-925 siguiendo el Arandilla hasta Peñaranda de Duero, que me recibe ya desde la lejanía con la silueta de su castillo recortándose en el horizonte.

En Peñaranda cojo la BU-924 y conduzco hasta La Vid conduciendo entre viñas en un tramo bastante entretenido que nos llevará hasta el valle del Duero y la conexión con la N-122. Desde ahí iremos a Langa de Duero.

A un par de kilómetros dirección al sur, atravesando el Duero se encuentran el que fuera el emplazamiento de Segontia Lanka. Blas Taracena localizó los restos de esta ciudad arévaca sobre la colina del Moro, un altozano que se eleva protegido por los cauces de los ríos Duero y Valdanzo. Poco se ha sabido de esta ciudad, más allá de ser nombrada en las guerras celtíberas contra Roma y en las Sertorianas del lado de Sertorio. Se trataba de una gran ciudad de 60 hectáreas de extensión, con un recinto amurallado interior a modo de acrópolis y una gran masa de barrios exteriores sin amurallar que nos hacen adivinar que se trataba de casas de ganaderos y agricultores. Los restos son escasos y la mayoría están cubiertos, por lo que descarto visitar este yacimiento y hago unas fotografías desde la distancia al cerro sobre el que se erigen.

Al fondo el yacimiento de Segontia Lanka
Regreso a la actual Langa de Duero y me incorporo a la N-122 para conducir 18 kms. hasta San Esteban de Gormaz. En San Esteban tomaré la SO-P-4003 atravesando el puente medieval y me dirigiré 27 kms. dirección sur. Es uno de los tramos de carretera más entretenidos que vamos a hacer en el día de hoy, con un paisaje cambiante que nos llevará al principio a través carreteras rectas y rápidas entre campos de cultivo y más adelante, a partir de Morcuera nos meterá en una carretera sinuosa y llena de curvas, rápida y entretenida, conduciendo por un monte cubierto de pinos y enebros, prácticamente sin nada de tráfico en ninguno de los dos sentidos.
Tras dejar atrás el monte, la carretera hará una larga recta y bajaremos un "escalón" hacia una zona de baldíos y dehesas donde se encuentra Montejo de Tiermes. Ahí cogeremos la SO-135 hacia la izquierda y conduciremos los 8 kms. que nos separan del yacimiento de Termes -también llamada Tiermes-.
Gradería Ruperstre de Termes

Lo primero que llama la atención es el paraje desolado en el que se encuentra. En pocos lugares se puede disfrutar de una soledad y un silencio semejante. Otro de los aspectos que llaman la atención es la viveza de los colores que lo rodean. Cuanto más cerca se está del yacimiento más rojiza se adivina la tierra hasta llegar a tener un tono ocre anaranjado que parece pintado de forma artificial. Ese color rojizo que cubre la tierra y las laderas de las montañas, se mezcla con el verde oscuro de la vegetación que guarece el lugar confiriéndole un aspecto único, un marco natural como merece semejante lugar.

Poco antes de llegar al yacimiento hay instalado un museo-aula de interpretación, pero a las horas que llego ya está cerrado y decido visitar el yacimiento por libre. Junto al parking nos da la bienvenida la ermita de Nuestra Señora de Tiermes, donde dejaré aparcada la KTM para hacer mi particular visita al yacimiento.

Termas en Termes

Lo primero que se encuentra el visitante a mano izquierda es el graderío rupestre, tallado sobre la roca arenisca dando forma a algo parecido a un anfiteatro donde se celebrasen representaciones y/o ritos. Continuando por el sur se llega a una serie de restos de la ciudad ya romanizada, un edificio que podría corresponderse con las termas y que cuenta con el remate de una pilastra solitaria que se ha convertido en todo un icono de la ciudad.  Rodeando la mole de roca rojiza que es la ciudad, se pueden encontrar localizaciones muy curiosas como el barrio de casas del sur, el acueducto o la puerta del oeste, con la escalinata que da acceso a la parte superior de la colina donde se ubicó el foro romano y varias de las casas más ricas y mejor conservadas.

Vista del barrio sur de Termes



Paredes sobre las que se levantaron las casas del barrio sur



Puerta del Oeste; Termes

La presencia de Termes en la historia no se va a diferenciar mucho de la de Uxama, Clunia o Numancia, con el detalle de que esta ciudad resistió 35 años más, llegando a hacer que Roma temiese haberse encontrado de nuevo con otra Numancia que destruir. Así pues, sin muchos más testimonios de la historia, nos consta que en el 98 a.c. Termes fue finalmente rendida por las armas de las legiones del cónsul Tito Didio obligando a la población a abandonar la ciudad y asentarse en el llano. Posteriormente, Termes fue refundada por los romanos adquiriendo el título de municipium llegando a convertirse en una gran ciudad. De esa época son gran número de los restos que podemos encontrar. Destaca sobre todo el bloque de casas comunes que hay refirmadas contra la pared de la montaña, las cuales llegaron a alcanzar los seis pisos de altura.

Restos del acueducto de Termes

Salgo de Termes por la misma carretera que hace de enlace con el yacimiento a la SO-135. Ahí tomaré la carretera hacia la derecha y conduciré hasta Retortillo de Soria, Ahí cogeré la SO-160 dirección norte en un tramo muy chulo para conducir que incluirá la subida y bajada de dos pequeños puertos de montaña como son el Mojón de la Lastra y el Recuerda-Nograles, Estas "dificultades" montañosas situadas en las tierras del Marquesado de Berlanga añadirán ese punto extra que quizá le falte a esta ruta en lo que a conducción se refiere. Tras recorrer 25 kms. nos volveremos a cruzar por enésima vez con el Duero, y esta vez vendrá acompañado de una sorpresa adicional, como es la fortaleza califal de Gormaz, la guinda del pastel a esta ruta.

Fortaleza califal de Gormaz

Aunque no sea un enclave celtíbero ni romano, es imposible no pararse a admirar la mayor construcción califal de Europa, ya visible desde la lejanía. Sus muros cuentan con un perímetro de más de 1.200 mts. de longitud y desde su privilegiada posición en lo alto de un cerro ofrece una visión panorámica de los dominios del Duero que se pierde hacia las tierras Altas y los Pinares al norte y las sierras de Ayllón y de la Pela hacia el sur, donde arranca el Sistema Central.

Regreso a la SO-160 con la tarde bien encima y a escasos 15 kms. ya regreso al Burgo de Osma, donde haré un último alto en el camino para recuperar energías bebiéndome una Arévaka Negra Miel en el Alquimia ( http://www.cervezaarevaka.com/ ) y comerme uno de sus famosos torreznos. Ya con la tripa llena cogeré la CL-160 para regresar a Valdenebro y poner punto y seguido a mi particular viaje en el tiempo por el País de la Celtiberia.


No todo va a ser ir en moto y ver piedrolos!!!
BIBLIOGRAFÍA:

- Colonia Clvnia Svlpicia, ciudad Romana; Miguel Angel de la Iglesia - Francesc Tuset. (BU.24-2012)
- Numancia, Guía Arqueológica; Alfredo Jimeno, M Luisa Revilla, Jose Ignacio de la Torre, Ricardo Berzosa y Juan Pablo Martinez. (SO-40/2002)
- Celtíberos, tras la estela de Numancia; VVAA. (S.955-2005)
- Schulten y el descubrimiento de Numantia, VVAA. (M-8647-2017)

Conclusiones de la ruta:

Si algo tenía muy claro cuando comencé a hacer esta historia de las Rutas en Moto en el País de la Celtiberia era que esta ruta iba a ser el garbanzo negro de las siete que la componen. ¿Por qué? Muy sencillo: a pesar de que es la ruta en la que más monumentos y enclaves se pueden visitar, cuenta con muy pocos alicientes a nivel de conducción que la hagan atractiva por el mero hecho de conducirla en moto.
Así pues, esta ruta podría usarse más como una guía de viaje en coche con familia e incluso para consulta básica a nivel de monumentos y localizaciones.

A nivel moto me quedo con la vuelta de San Esteban a Montejo y de ahí a Retortillo y al Burgo, por ser los tramos más entretenidos para conducir.

En lo que a monumentos se refiere para mí el más espectacular es sin duda alguna el de Termes (o Tiermes), el cual recomiendo por encima de cualquier otro.

Por si alguien recorre la zona en moto y tiene cualquier percance a nivel mecánico recomiendo el taller de Javier Aceña en el Polígono las Carretas de San Esteban de Gormaz.

A nivel gastronómico sería difícil fallar en la provincia de Soria, pero por afinidad y calidad recomiendo probar los torreznos del Círculo, las cervezas, los torreznos y las croquetas del Alquimia y las tapas del Arévacos, todos ellos situados en El Burgo de Osma.



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