El pasado lunes 30 de diciembre del 2013 decidí encararme de nuevo hacia los Monegros, esa desconocida y a la vez fascinante comarca que se extiende desde las mismas riveras del Ebro hasta la Hoya de Huesca, el Cinca Medio o el Somontano de Barbastro. Probablemente la comarca menos poblada de Aragón, por no decir de España y tal y como afirma la sociedad entomológica aragonesa (y ahora sí que sí, cito literalmente de la Wikipedia):
"Los Monegros son un ecosistema singular, maduro, único en Europa, cuya riqueza biológica ha demostrado ser excepcionalmente importante en términos cuantitativos y cualitativos. La biocenosis documentada de Los Monegros sobrepasa las 5.400 especies biológicas, cifra superior a la conocida de cualquier otro hábitat nacional o europeo, presentando el mayor índice de novedades taxonómicas (nuevas especies para la ciencia) de toda Europa en lo que va de siglo, con un alto grado de endemismos y citas únicas para el continente y con numerosos ejemplos de distribuciones biogeográficas y adaptaciones ecológicas novedosas de enorme interés científico. No existe, con datos objetivos y contrastados, ninguna otra zona o espacio físico en nuestro territorio nacional, y tal vez en toda Europa, que pueda siquiera compararse a las singularidades, novedades, rareza y riqueza biológicas que hoy están documentadas científicamente de Los Monegros."
La comarca en cuestión, aunque bastante despoblada, no debemos olvidar que está salpicada por un buen número de pueblos, unidos entre sí por (en la mayoría de los casos) pésimas carreteras comarcales salvo honrosas excepciones que caracolean en torno a la capital: Sariñena. La colección de baches, curvas con gravilla, firmes desiguales o socavones puede hacer que el motorista se piense dos veces la idea de conocer estos parajes, por ello extremaremos la precaución, seremos muy rigurosos con la velocidad y nos aseguraremos de llevar la moto en buenas condiciones.
Independientemente del estado del asfalto, habrá que tener en cuenta que el termómetro oscila en torno a los 2 - 3 grados y que el cielo está bastante encapotado, por lo que las condiciones climatológicas tampoco están precisamente de nuestro lado.
La ruta escogida para esta ocasión parte de Zaragoza y nos adentra directamente al corazón de los Monegros a través de Villamayor, Perdiguera y Leciñena. Es un tramo de unos treinta y cinco kilómetros, probablemente el de mejor trazado, rectas y calidad del firme de todo el recorrido. Los susodichos pueblos se atraviesan por sendas travesías obstaculizadas por molestos badenes. A parte de eso, podríamos destacar como principal atractivo de dicho tramo son dos imponentes rectas con muy buena visibilidad.
Superado este tramo, a la altura del kilómetro 41, aproximadamente, coronaremos el puerto de Alcubierre, donde deberemos extremar la precaución una vez coronemos la cima especialmente en los meses de invierno. La cima se encuentra flanqueada por pinares y las propias paredes de la montaña, por lo que el sol tan apenas seca la humedad de la carretera en todo el día. Es una bajada bastante "laminera", pero hay que poner a punto los cinco sentidos y quizá alguno más.
Cinco o seis kilómetros después, alcanzaremos el pueblo que da nombre al puerto que acabamos de cruzar y ahí, como ya es costumbre, y dado que llevaremos unos 50 mins. sobre la moto, aprovcecharé para desviarme hacia Robres (6 km. dirección norte) donde el que quiera almorzar puede hacerlo, o como hice yo en esta ocasión, aprovechar el fuego para calentarme (mejor dicho, descongelarme!!) y echar un cortadico en La Plana.
Tras al pausa, regresaremos a Alcubierre y una vez ahí continuaremos nuestro periplo por tierras Monegrinas dirección este, hacia Lanaja. Continuaremos por una carretera totalmente recta, ancha y cómoda, más o menos hasta el momento en que cruzamos un paso elevado que salva el Canal de Monegros. De ahí en adelante, la carretera se estrecha considerablemente y el asfalto empeora hasta límites insospechados.
En breves, deberemos estar atentos, pues en cruce que debemos tomar es un giro a la izquierda, en cuesta y sin visibilidad. Casi ná pal cuerpo!!
Justo en cuanto la carretera empieza a picar cuesta arriba y culebrea en un par de curvas de trazada bastante rápida, se nos viene encima una curva cerrada a la derecha, que será cuando debemos reducir la marcha y señalar con el intermitente con mucha antelación nuestra intención de coger ese desvío.
Ahí tomaremos dirección a "Cantalobos", un pueblo de colonización de unos 140 habitantes, fundado en 1964, con la venida del regadío. Como anécdota reseñable del día, diré que no se que coño hice pero me perdí en ese pueblo de poco más de cinco calles. Menos mal que una señora muy amable me indicó el camino!
El tramo es bastante malo, llegando a desaparecer el asfalto casi por completo al verse cubierto por tal cantidad de gravilla y tierra movida por vehículos agrícolas. Aunque eso no es lo peor de todo, pues además cuenta con unos divertidísimos baches y alguna que otra curva bastante cerrada donde deberemos extremar la precaución.
Una vez atravesado Cantalobos, encararemos una carretera tan mala como ésta, que es la del tramo que nos unirá a Poleñino (pueblo famoso por ser la última morada en vida de Alfonso I El Batallador, donde falleció a causa de las heridas de una batalla en Fraga contra los moros). Durante el camino disfrutaremos de enormes extensiones de cultivo, como el maíz, que es esta época del año está especialmente alto. Al tratarse de una zona agraria y de una carretera tan estrecha, es más que probable el encontrarnos con tractores, cosechadoras y algún que otro vehículo para el trabajo del campo.
Atravesaremos un cruce con un stop que nos puede mandar a Orillena (derecha) o a Montesusín (izquierda). Nosotros, tras hacer el stop continuaremos recto.
Llegaremos a Poleñino, el cual deberemos cruzar mediante una travesía para salir a una carretera en bastante buenas condiciones que nos llevará a una rotonda que nos puede mandar a Grañén, Sariñena, Lalueza o Zaragoza, pero hoy, me decantaré por continuar todo recto, pues el objetivo de esta ruta es llegar hasta los Torrollones de piedra que se elevan junto a las localidades de Alberuela de Tubo o Sodeto (entre otras).
Para ellos continuaremos recto, y en un par de kilómetros nos encontraremos con un paso a nivel con barreras, de los que ya quedan pocos. A partir de ese momento la carretera se vuelve a estrechar ligeramente, pero lo que de verdad nos va a llamar la atención va a ser la compañía a mano izquierda durante el resto de nuestro viaje de esos gigantes de piedra de cabeza plana que gobiernan sentados en lo alto de su montaña los Monegros.
Atravesaré Sodeto (no es preciso entrar en el pueblo) y continuaré un poco más adelante (dirección Alberuela de Tubo) para coger un desvía hacia el parque de aventuras "La Gabarda", el cual se encontraba cerrado dadas las fechas en que estábamos, pero desde donde los Torrollones se pueden apreciar de forma espectacular (a pie de carretera, claro está!). Más información en http://www.lagabarda.com/.
La vuelta la decidí hacer por Lalueza y Lanaja, hasta Alcubierre y ya de vuelta a Zaragoza. La carretera no es especialmente mala. En total unos 160 kilómetros más o menos, dignos de hacer en estas fechas, dada la espectacular panorámica que nos ofrecen en un primer plano esos grandes cabezudos de piedra, y en segundo plano, de fondo, un imponente Pirineo totalmente nevado. Un regalo para los sentidos.
En resúmen, se trata de una ruta sencilla, de unas 3 horas y media de duración, que nos llevará al corazón de Monegros y nos hará disfrutar un poco más de nuestro "sur de Texas" particular que tenemos a un paso de Zaragoza.
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