miércoles, 12 de diciembre de 2018

EN EL PAIS DE LA CELTIBERIA; Episodio V: Los Arévacos





No soy muy futbolero, pero recuerdo como si fuera ayer los cuartos de final de la Copa del Rey de 1996 que enfrentaron al Numancia de Soria frente al FC Barcelona que comandaba Johan Cruyff. Aquel modesto equipo que malvivía en el lodazal de la segunda B consiguió atraer la atención de todos los focos al tumbar en las eliminatorias de copa a dos equipos de primera como eran la Real y el Sporting de Gijón. Su estrategia era sencilla: un juego valiente y sacrificado frente a rivales que salían al campo demasiado seguros de su victoria. Atacaban y se replegaban hasta marcar gol a esos equipos que tanto les habían infravalorado. Después, cerrojazo atrás y a aguantar el resultado resistiendo uno tras otro los envites de sus rivales. En Cuartos de final llegó el cruce contra el Barça sorprendiendo a todo el mundo con un empate a 2 en el partido de ida dejando la eliminatoria completamente abierta. Una semana después, el sueño de este humilde equipo de fútbol se vio truncado en el partido de vuelta celebrado en el Camp Nou, donde podría caber toda la población de la provincia de Soria y seguir dejando sitio para 9.000 culés. El Barça reunió a sus mejores tropas y acabó con el sueño del Numancia a los que acabó derrotando por 3 goles a 1.
Veintidós años después, es muy probable que más de uno (especialmente los atléticos) recuerden que al final el Atlético de Madrid, como si en un acto de justicia poética se tratase le acabó arrebatando la copa del rey al FC Barcelona sobre el césped de la Romareda. Lo que seguro que recordamos todos aquellos que teníamos uso de razón en el `96 es esa pequeña gran gesta futbolística que no es mas que la revisión del ya manido cliché de la lucha entre el fuerte y el débil que no se deja doblegar. Al final, el débil cayó, pero resistió con heroicidad hasta el final y por ello les recordamos.

Hablar de Numancia, es hablar de la Celtiberia con mayúsculas, pues es sin duda el nombre propio que más engrandeció a esa agreste región que se extendía al poniente de la Ibudeba. Pocos episodios de la historia de España están a la altura del legado que ha dejado esta mítica ciudad en nuestra memoria colectiva. Su nombre (a parte del equipo de fútbol) ha llegado a acabado llegando a nuestros días como sinónimo de heroicidad, de resistencia hasta las últimas consecuencias, de la lucha del débil contra el poderoso, etc...



Pero... ¿qué es Numancia?

Hay gente que piensa que es el antiguo nombre de la ciudad de Soria, pero no es así. No solo no es el antiguo nombre de Soria, sino que tampoco estuvo situada ahí, sino sobre el cerro de la Muela, en la localidad de Garray, a 9 kilómetros de Soria capital.

Tras su abandono en el S. X, Numancia cayó en un olvido que duró más de cinco siglos. Su localización se convirtió en todo un misterio y había quienes se referían a ella como una ciudad perdida, una leyenda que nunca existió. Pero los libros de historia no mentían y fueron los testimonios escritos de sus propios protagonistas (Estrabón, Plinio, Ptolomeo,...y así hasta 22 mega cracks de la antigua Roma) los que ayudaron a que en 1853 Eduardo Saavedra encontrase la localización exacta de aquella ciudad que el itinerario Antonino situaba entre Augustóbriga y Uxama.

Cuando los romanos encaminaron su conquista de Hispania (S. II a.c.) expandiéndose a través del valle del Ebro y remontando hacia la meseta, Numancia no era más que otra ciudad bárbara que conquistar, otra mota de polvo que eliminar del mapa. Con lo que no contaban era con que esa ciudad era la "capital" y el hogar de la tribu de los arévacos, sin duda los rivales más duros con los que se llegaría a medir el ejército de la República Romana.

Veintidós siglos después...



...10 de Agosto de 2018. (Alfajarín - El Burgo de Osma) 320 kms.

No lo voy a negar, soy bastante vago. Llevo algo más de un año haciendo estas "Rutas en el País de la Celtiberia", un proyecto que creí que terminaría en un par de meses, pero que para llegar a hacer en condiciones requiere de un nivel de investigación y documentación muy exhaustivo. He salido de trabajar y preparo la moto y el equipaje para ir hacia Valdenebro (en la provincia de Soria) donde voy a pasar un par de semanas de mis vacaciones de verano, por lo que aprovecharé no solo los viajes de ida y vuelta, sino también la propia estancia para poder hacer esta ruta con el nivel de detalle que merece. Valdenebro es un pequeño pueblo que se encuentra adscrito a la comarca de las Tierras del Burgo, un territorio que (como la mayoría de la provincia soriana) fue hogar de la tribu celtíbera de los arévacos.

Arranco desde Alfajarín (el mejor pueblo del mundo, situado en la provincia de Zaragoza) y tomo la autovía A-68 hasta Pedrola (50 km). Ahí conecto con la "carretera de Pozuelo" (CV-620 y A-1303) hasta Borja (30 kms). Una vez ahí podré ir hasta Tarazona por la N-122 (22 km por nacional) o hacer el tramo que ya hice en la ruta  ( LOS LUSONES  ) y que nos llevará por El Buste en una carretera mucho más revirada y entretenida (CV-846, 25 km). Como siempre, todo depende de la prisa y las ganas que tengamos.
Que bonica la Katy!
En Tarazona cogeremos la N-122 dirección Ágreda y en apenas unos kilómetros, justo después de cruzar el límite entre Castilla y Aragón, entre Soria y Zaragoza, atravesaremos también la línea imaginaria que hace veintidós siglos separaba los territorios de los Lusones (al este), los Pelendones (al Norte) y los Arévacos (al oeste). A 15 km de Ágreda se encuentra el primer enclave arévaco con que nos vamos a topar.
El actual pueblo de Muro de Ágreda se encuentra edificado sobre la antigua ciudad de Arekorataz o Areicoraticos. A pesar de que las fuentes clásicas no cuentan mucho de esta ciudad, sí que sabemos de su existencia debido a la numerosa moneda que acuñó y al hallar su nombre escrito en la más famosa tesera de hospitalidad de toda la celtiberia: el bronce de Luzaga.
Las teseras de hospitalidad, llamadas por los romanos hospidium eran algo así como el "Best Friends Forever" de la época. No hay que olvidar, que aunque rudos y crueles con sus enemigos, los celtíberos eran un pueblo muy hospitalario con otras tribus e incluso con los extranjeros. Hacían pactos y establecían vínculos de mutua protección que materializaban con pequeñas planchas de bronce que se hacían en parejas y que normalmente se unían entre sí. Algo así como esos corazones partidos en dos que se regalan las parejas en San Valentín para que cada uno conserve una mitad... (El Johnny y la Vane Forever and ever y esas cosas...)
Arekorataz fue tomada por los romanos durante las Guerras Celtíberas, que la refundaron bajo el nombre de Augustobriga en tiempos del emperador Octavio Augusto (34 a.c.). La ciudad romana aparece citada en el Itinerario Antonino como un lugar de cierta importancia estratégica debido a su privilegiada posición.
Además de pequeños hallazgos, los restos más representativos que quedan de la antigua ciudad son las ruinas de las antiguas murallas. De ahí que el nombre que se le dio al pueblo en tiempos de la reconquista fuera el de Muro de Ágreda.

Campos de girasoles a pie de carretera

Regreso a la N-122 a la altura de Matalebreras para pasar el puerto del Madero (1.114 mts.) que nos servirá para salvar la sierra del mismo nombre. Como ya he descrito en otras ocasiones, es un puerto sin grandes cuestas y con un trazado muy tendido, sin curvas especialmente comprometedoras, pero que será la única nota de color este tramo monótono y aburrido que hay entre Ágreda y Soria. En el descenso, hacia las cuestas de Omeñaca, habremos dejado atrás los pinos que cubrían la sierra del Madero y conduciremos partiendo en dos las suaves tierras roturadas del Campo de Gómara a la izquierda y a la derecha, en la lejanía, las agrestes y montañosas Tierras Altas. Por el retrovisor, de soslayo en algún que otro recodo todavía nos seguirá vigilando el Moncayo. El firme está en buenas condiciones y este estado va a ser más o menos constante en los 38 km que nos quedarán hasta llegar a Soria capital.
He quedado con la gente de Motos Valero, el concesionario y taller que lleva KTM en Soria para hacer la revisión anual a la 1050 Adventure. Mientras la moto está en cocheras aprovecho para estirar las piernas por el parque de la Alameda (impresionante!) y como no podía ser de otra forma hago la visita de rigor al Museo Numantino.

Armamento celtíbero expuesto en el Museo Numantino

Sobre las vitrinas de este recinto se encuentran dispuestos cronológicamente todo tipo de vestigios encontrados en la provincia soriana desde el Paleolítico hasta la romanización. En su interior podemos ver objetos tan singulares como el pie de un dinosaurio, la pelvis de un elefante prehistórico a un auténtico Shangri-La de la celtiberia.
El Museo Numantino cumple una importante función aglutinadora de todo tipo de hallazgos celtíberos entre los que destacan: cerámicas, vasos, cascos, corazas, espadas y las populares fíbulas (un tipo de broche con el que se sujetaba la túnica a la altura del hombro). Una de esas fíbulas ha sido adoptada como el símbolo soriano por excelencia y no es raro ver una esas pegatinas con la silueta de un caballo pegadas en coches y motos de sorianos y simpatizantes (como un servidor).

Báculo ceremonial en forma de caballo. Museo Numantino.

La gran mayoría de piezas expuestas fueron encontradas en las necrópolis. Como ya hemos comentado en alguna otra entrada de este blog, el rito funerario de los celtíberos era muy curioso. Aquellos que fallecían de causa natural eran incinerados junto a sus armas y sus restos posteriormente enterrados o bien en un hoyo o en una urna funeraria decorada. El ajuar y sus armas eran dobladas e inutilizadas y se enterraban junto al difunto acompañado de un vaso ceremonial en forma de ofrenda a los dioses. Por otro lado, aquellos celtíberos que caían en combate recibían un honor mayor, entregando sus cuerpos como pasto a los buitres (animal sagrado considerado un intermediario entre su dios y el hombre), los cuales elevaban con su vuelo sus restos a las deidades.

Desde la propia Soria y ya con la moto en perfectas condiciones para rodar recorro los 9 km que me separan de Garray por la N-111 para llegar al Yacimiento de Numancia.

Antes de nada me gustaría citar que los terrenos del cerro de la Muela donde se encuentra el yacimiento fue una finca perteneciente a la familia Marichalar, muy conocida en España por la figura de Jaime de Marichalar; ex marido de la infanta Elena y padre de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, grande de España y caballero divisible hijodalgo del ilustre Solar de Tejada. La familia cedió estos terrenos al Estado en tiempos de Alfonso XIII para la conservación del yacimiento.

Tras atravesar el pueblo de Garray se toma el desvío a la derecha y se sube la cuesta de acceso al yacimiento. En la cima nos recibe una reconstrucción de la muralla celtíbera que sirve de acceso al párking y a las instalaciones. Recomiendo como imprescindible visitar los restos de la ciudad de Numancia con la visita guiada. Las dos veces que he estado ahí he estado con los guías, que son personas implicadas directamente en el yacimiento, expertos en arqueología y que en la mayoría de los casos han participado en las excavaciones y labores de conservación de primera mano.

Entrada al Yacimiento de Numancia. Reconstrucción de las murallas.

Un apunte importante para aquellos que esperen encontrar en el yacimiento de Numancia el súmmum del mundo celtíbero es que se van a decepcionar. La gran mayoría de los restos visibles que quedan (pocos) pertenecen realmente a la ciudad romana que se superpuso sobre la celtíbera tras la conquista de esta. Así pues, la planta de las casas, el urbanismo, los aljibes y todo tipo de construcción visible si bien tendrá su origen celtíbero, será de manufactura romana. Como curiosidad, está el tema del trazado de las calles. Es sabido que los romanos eran gente muy cuadriculada, con una mentalidad de que si algo funcionaba, lo repetían hasta la saciedad sin modificarlo. El urbanismo no era una excepción, así pues, disponían las ciudades a partir de dos ejes perpendiculares que cruzaban la ciudad de punta a punta: el cardo (N-S) y el decúmano (E-O) y el resto de calles secundarias se distribuían a partir de estas dos arterias principales. Este es un patrón que se repite en todas las ciudades romanas, excepto en Numancia. ¿Cuál fue el motivo para que se diese esta alteración? Ni más ni menos que el trazado original celtíbero. Los arévacos construyeron las calles con una disposición irregular (quebrada) para proteger a la ciudad del viento del norte (el "cizicus" que bautizaron los romanos, nuestro actual cierzo) que con tanta fuerza azotaba el cerro sobre el que se erigía Numancia .

Numancia y los arévacos toman protagonismo en la historia al encontrarse de morros con los romanos en el S. II a.c., que andaban enfrascados en su conquista de la Península Ibérica. Es importante aclarar que los celtíberos no eran ningunos desconocidos para los itálicos, pues durante las guerras púnicas contra los Cartagineses de Anibal & company, ya contrataron a un buen número de guerreros como mercenarios granjeándose una buena fama como jinetes expertos y temibles soldados armados con espadas de un acero nunca antes visto.

Trazado de las calles en Numancia.

Tras la primera Guerra Celtíbera ( 181 - 179 a.c.) que ya vimos en la entrada de este blog sobre los Lusones ( LOS LUSONES ), los pueblos que habitaban en torno al Mons Chaunus (El Moncayo), firmaron una rendición ante el cónsul Graco aceptando unas cláusulas muy abusivas.
Estas condiciones implicaban el pago de altos tributos, la prestación del servicio militar y la prohibición no solo de construir nuevas ciudades, sino tampoco ampliar y/o fortificar las ya existentes.

Graco fundó una ciudad a la que le dio su mismo nombre: Gracurris (la actual Alfaro, en La Rioja), desde donde gobernó con puño de hierro la frontera romana y celtíbera que marcaba el cauce del Ebro durante los veinticinco años que duró esa farsa en forma de Paz Romana.

No hay que olvidar que los propios romanos describían el territorio celtíbero como una tierra pobre, con un clima duro y agreste que hacía complicado el cultivo de cereales. Eran mayoritariamente un pueblo ganadero que se alimentaban de la carne y los lácteos que conseguían de sus animales (50% de cabras, 20% de ovejas, 20% de vacas y 10% de cerdos). Además, sabían explotar los recursos de los bosques y eran grandes recolectores de miel y bellotas, estas últimas uno de los principales pilares de su alimentación.

Con esa situación crítica y los tributos cada vez más altos que exigían los administradores romanos, los celtíberos fueron sometidos a una presión económica y social cada vez mayor. Esta situación les llevó incluso a enviar en el 171 a.c. una delegación al mismísimo senado romano en el que protestaron por las irregularidades que se estaban cometiendo, pero Roma no les escuchó.

Esta situación siguió agravándose hasta que en el 153 a.c. los romanos declararon la guerra a la ciudad de Ségeda. El casus belli fue que los belos habían ampliado la muralla de su ciudad contraviniendo las ordenes de Roma. Como ya vimos en el capítulo de los Belos ( LOS BELOS ), el senado se vio obligado a modificar el calendario adelantando el comienzo del año del 15 de marzo al 1 de enero pues el comienzo del año designaba el nombramiento de un nuevo cónsul que tuviese al ejército preparado antes de la época estival (pues los romanos, que debían ser bastante frioleros, no hacían la guerra en invierno).

Así pues, designaron al cónsul Nobilior que partió hacia Hispania al frente de 30.000 hombres para atacar la ciudad de Ségeda. El problema fue que cuando Nobilior llegó, la ciudad estaba completamente deshabitada y sus habitantes, de la tribu de los belos se habían refugiado en Numancia, la ciudad de sus vecinos y aliados: la poderosa tribu de los arévacos.
Nobilior, loco de ira destruyó la ciudad de Ségeda y marchó hacia Numancia. Con lo que no contaba era con que una coalición de belos y arévacos les estaba esperando entre los montes que tan bien conocían de la ibérica para caer sobre ellos en una emboscada. Ese 23 de agosto, día de la fiesta de la  Vulcanalia, Nobilior perdió a 6.000 hombres, haciendo que ese día pasase de ser un día festo a ser un día funesto, llegando la expresión hasta la actualidad.

Reconstrucción de una casa celtíbera en Numancia.

Tras replegar sus tropas y recibir refuerzos de Masinisa, el rey de Numidia (antiguo reino africano aliado de Roma que se extendía por la actual franja norte de Marruecos, Argelia y Libia), Nobilior se decidió a atacar la ciudad de Numancia donde se habían guarecido segedenses y arévacos. Los atacantes lanzaron contra la ciudad a los diez elefantes que el generoso rey Masinisa les había enviado y cuenta la leyenda que un celtíbero le lanzó una gran piedra a la cabeza a uno de esos animales hiriéndole de gravedad. Este empezó a barritar agonizante e hizo que se asustasen los otros nueve paquidermos dándose la vuelta y atropellando a las propias tropas númidas y romanas que esperaban en la retaguardia.

Nobilior se retiró de la batalla derrotado a descansar y a curar las heridas en su campamento donde pasó el invierno (situado cerca del pueblo de Renieblas). El hambre, el frío de las Tierras Altas sorianas y las escaramuzas celtíberas que sufrieron hicieron que Roma acabase destituyendo a Nobilior en favor del hábil Claudio Marcelo, quien negoció un armisticio con los celtíberos que duraría ocho años.

Las hostilidades se revitalizaron en el 143 a.c y durante los diez años siguientes fueron hasta cinco los generales que fueron derrotados en su intento de conquistar Numancia.
Roma, incapaz de soportar la humillación de no poder tomar la ciudad arévaca decidió poner fin a esta situación colocando al frente a su mejor general. Publio Cornelio Escipión Emiliano, el destructor de Cartago, Africanus Menor, era el nieto de Escipión el Africano, quien derrotase a Anibal en la llanura de Zama.

Escipión llegó a Hispania con un ejército de 20.000 novatos, una tropa de un tamaño mucho menor que el de los anteriores generales para más inri. Las tropas que se habían quedado en Hispania y que se encontró Escipión eran muy indisciplinadas y además estaban completamente desmoralizadas por la tarea que tenían por delante. Tras poner las pilas a su ejército, lo primero que hizo fue atacar a los vacceos (tribu celta que ocupaba las actuales provincias de Valladolid y Segovia), tribu agricultora que proveía a los numantinos de cereal y alimento a cambio de la carne y la leche de los animales arévacos. Tras cortar los suministros de los vacceos y a diferencia de sus predecesores, Escipión rehusó atacar la ciudad de frente y decidió encerrarla en un cerco formado por siete fuertes unidos entre sí por un muro.
Tras meses de sitio, la comida  empezó a escasear y los apenas 4.000 numantinos que habían quedado encerrados en la ciudad se empezaron a ver atacados por el hambre y las enfermedades.
Esta situación les llevó a lanzar ataques desesperados contra el cerco de Escipión, pero los romanos derrotaron sin dificultad a los debilitados arévacos. Retógenes fue el único numantino que consiguió escapar de la ciudad para ir en busca de ayuda a otras tribus celtíberas, pero el temor a Roma era muy grande. Tan solo consiguió que 400 jóvenes de Lutia se uniesen a su lucha, pero estos fueron traicionados por los ancianos de la tribu, temerosos de las represalias de Roma. Como represalias, Escipión mandó que les cortasen las manos dando así un castigo ejemplar en caso de que alguna que otra tribu se estuviese planteando la idea de acudir en ayuda de Numancia.
Varios meses después, la hambruna hizo que la situación fuese empeorando hasta llegar a ser insostenible, por lo que se vivieron situaciones desesperadas que les llevaron a cometer incluso episodios de canibalismo.

Casas de la época de la Numantia romanizada.

Finalmente, en el 133 a.c., tras once meses de sitio la ciudad se rindió. Al atravesar los muros de Numancia, Escipión se encontró con una escena dantesca, en la que la gran mayoría de la población se había quitado la vida antes de ser capturados. El resto fueron vendidos como esclavos, excepto cincuenta, que fueron llevados a Roma para ser expuestos en el desfile triunfal de Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor, que añadió a su nombre (ya de por sí largo) el título de Numantino.

Con la caída de la capital arévaca de Numancia, prácticamente toda la celtiberia fue sometida por Roma.
La ciudad fue ocupada por los pelendones y destruida de nuevo en las guerras sertorianas. Después volvió a ser reconstruida  y pasó a ser un municipium romano que utilizó el propio Octavio como punto de avituallamiento en las guerras cántabras que comenzó a partir del 29 a.c. Tras más de cuatro siglos de actividad incesante, al igual que la llama del imperio romano, Numantia se fue apagando hasta ser abandonada en favor de otro tipo de asentamientos rurales hasta caer en el olvido.

Abandono el yacimiento de Garray y bordeo la ciudad de Soria para tomar dirección suroeste por la SO-100. Es una carretera ancha y bien asfaltada que nos llevará entre pinos y plantaciones de girasoles a través de los suaves relieves que nos ofrecerá la sierra de Inodejo. Poco antes de llegar a la localidad de los Quintana Redonda podemos hacer un alto en el camino y tomar el desvío hacia la derecha por la SO-P-4190. Esta carretera secundaria nos meterá a través de un pinar típico soriano en un recorrido curveado lleno de pequeñas subidas y bajadas. A pesar de que el firme está bastante castigado y hay mucho bache y demasiada gravilla, también se agradecerá después de tanto museo y tanta explicación un tramo de moto que rompa con la monotonía de la ruta.

Se trata de un tramo de apenas 5 kms. que nos llevará hasta Izana. A pesar de que no lo visité, este pueblo también cuenta con un Castro Celtíbero coetáneo de Numancia situado a escasos 700 metros en línea recta por una pista dirección norte. En Izana  giraremos a la izquierda por la SO-P-4189  y siguiendo las indicaciones, en poco menos de 1,5 kms llegaremos a la Villa Romana de la Dehesa. Se trata del casoplón de la familia de los Irrico, unos celtíberos romanizados venidos a más que en el S. IV d.c. decidieron hacerse una mansión descomunal de 4.000 metros cuadrados cuyo trazado ha quedado descubierto por los ricos mosaicos que se han conservado. La Diputación de Soria ha realizado un gran trabajo de conservación y el yacimiento está completamente visitado, acondicionado (e incluso cubierto bajo techo). A pesar de que tiene más bien poco que ver con los celtíberos, es un lugar muy recomendable para visitar. ( https://www.villaromanaladehesa.es/ )

Mosaicos de la Villa Romana de la Dehesa

Regreso a Quintana Redonda por Las Casas de Soria, un pequeño pueblo que también cuenta con un Castro Celtíbero junto a la ermita, sobre la hoz que excava el río Izana. La carretera hacia Quintana es un tramo incluso peor conservado que el tramo de ida, pero en un trazado mucho más recto, rodeado de plantaciones y explotaciones ganaderas.

Una vez llegados a Quintana Redonda nos incorporaremos de nuevo a la SO-100 y conduciremos 30 kms hasta salir a la CL-116, justo en frente de Berlanga, en pleno valle del Duero. Desde ahí, conduciremos apenas una veintena de kilómetros para hacer noche en la localidad de Valdenebro.

Yacimiento Villa Romana de la Dehesa

Un par de días después, tras tener que sustituir la batería de la KTM (gracias a Javi que lo gestionó todo a las mil maravillas en su taller de San Esteban de Gormaz) retomé la marcha hacia mi siguiente yacimiento, el cual lo tenía bastante cerca de Valdenebro. A 14 kms dirección oeste por la CL-116/N-111 se llega a la ciudad de Osma, que se encuentra separada del Burgo de Osma tan solo por el cauce del río Ucero.

Situada sobre una colina que se levanta a los pies de Osma, frente al castillo medieval, se puede divisar desde lejos una atalaya morisca que nos indica el lugar que ocupó la ciudad arévaca de Uxama.
Al yacimiento se puede acceder por la carretera N-111 en un desvío a mano izquierda que está perfectamente señalizado y que nos conducirá por una pista colina arriba siguiendo un itinerario marcado por paneles explicativos.
Me doy prisa en visitarlo pues en el horizonte empiezan a asomar unos nubarrones que tienen pinta de no traer consigo nada bueno.
Al igual que sucedía en Numancia, los restos que se pueden ver no pertenecen a la ciudad celtíbera sino a la Uxama Argaela que fundaron los romanos tras conquistar el territorio. Se puede distinguir una estructura similar a un foro, así como estancias, casas y un depósito de agua bastante dispersos entre sí, que ayudan a hacerse a la idea de las dimensiones que llegó a tener la ciudad.
Uxama aparece nombrada infinidad de veces en las páginas de la historia como una ciudad arévaca de participación muy activa en las Guerras Celtíberas hasta ser tomada por las tropas romanas en el 99 a.c. resistiendo incluso después de la caída de Numancia. El propio Estrabón alabó la raza de caballos de pelaje moteado que criaban en Uxama, ágiles y rápidos, adiestrados para subir grandes pendientes o clavarse en el sitio cuando su jinete así lo ordenaba.

Vista del Burgo de Osma desde el yacimiento de Uxama.

Tras la rendición, Uxama, pasó a ser una ciudad romana. Del mismo modo que hicieron otras ciudades celtíberas firmaron su sentencia de muerte apoyando la causa de Quinto Sertorio. Por el 84 a.c. andaba Roma a revueltas en una guerra civil entre populares y optimates (aristócratas). El joven pretor Sertorio huyó a Hispania a hacerse con el favor de las tribus indígenas recientemente conquistadas e inclinar la balanza hacia el lado popular. Mientras Sila, al frente de los aristócratas se hacía con el control de Roma, Sertorio se ganó a la población celtíbera rebajando los impuestos, liberándolos de sus obligaciones para con Roma y tratándolos como ciudadanos de primera y no como miembros de un mero pueblo conquistado. Roma, al ver que Sertorio estaba creando en Hispania un estado paralelo al romano decidió mandar a sus mejores generales: Metelo y Pompeyo para sofocar esta rebelión. Este hecho desencadenó las Guerras Sertorianas, que se alargaron durante diez largos años que acabaron dos años después de la muerte de Sertorio, traicionado por los suyos. Uxama, Termes, Clunia y Calagurris se mantuvieron leales a la causa sertoriana y fueron las últimas en caer, siendo destruidas por Pompeyo en el 72 a.c.

Foro y restos de la ciudad de Uxama.

Años después fue reconstruida y convertida en Uxama Argaela, alcanzando el estatus de municipium romano en tiempos de Tiberio, convirtiéndose en una próspera ciudad monumental que llegó a las 28 ha de extensión. En la época medieval, como les sucedió al resto de ciudades de origen celtíbero, Uxama fue abandonada y sus gentes fundaron la ciudad de Osma debajo de la loma, a la rivera del Ucero.

Continúo mi viaje hacia el norte desde la misma ciudad de Osma por la SO-P-5007 en dirección a Berzosa. Es una carretera estrecha que serpentea suave y sin mucho tráfico en ninguno de los dos sentidos entre amplias extensiones de campos de cultivo. Cruzaremos el valle del pequeño río Rejas (también llamado Madre) y las localidades de Berzosa, Fuentearmegil, Fuencaliente del Burgo y finalmente Guijosa. En total: 26 kilómetros, 4 pueblos, un río y no más de 300 habitantes.
Poco antes de Guijosa ya habremos conectado con la SO-934 que transcurrirá paralela al cauce de los ríos Seco y Pilde y que abandonaremos apenas transcurridos 4,5 kms. después de atravesar Quintanilla de Nuño Pedro (17 habitantes). El desvío que cogeremos a la derecha es algo a mitad de camino entre una pista forestal y una carretera muy mal asfaltada. Esta vía que transcurre entre arboledas y dehesas de las que manan numerosas fuentes y manantiales atraviesa el límite inter-provincial que separa Soria de Burgos.

Por esta carretera llegaremos a Hinojosa del Rey y tras callejear este pequeño pueblo conectaremos con el ramal que nos llevará hasta la BU-925. Una vez llegados al cruce ya se pueden observar dos grandes elevaciones que quedan a ambos lados de la carretera. A la izquierda, un enorme cerro con forma muela llmado el Alto del Castro y a la derecha, más agreste, el Alto del Cuerno sobre el que se situó la ciudad arévaca de Clunioq o Clunia.

Decía Plinio el Viejo en su "Historia Natural":

A los arévacos les dio el nombre el río Areva. De ellos son seis poblaciones, Secontia y Uxama, nombres que se emplean también en otros lugares, y además segovia y Nova Augusta, Termes y la propia Clunia, confín de la Celtiberia.


Teatro romano en el yacimiento de Clunia.

Se sabe muy poco de la historia de esta ciudad arévaca, y lo poco que sabemos es a través de los ojos de Roma. Tan solo sabemos de su implicación en las guerras Sertorianas, tomando partido del propio Sertorio. Pompeyo asedió Clunia en el 75 a.c. y la ciudad resistió haciendo que el poderoso general romano retirase sus tropas. Tuvo que ser veinte años más tarde, cuando el general Metelo, en su sometimiento a la tribu de los vacceos pone sitio a Clunia y la rinde.
Respecto al yacimiento, y a diferencia de los otros que hemos visto con anterioridad, se han conservado los restos celtíberos y romanos en ubicaciones diferentes. Así pues, encontramos restos (sin descubrir, actualmente está todo cubierto) de Clunioq sobre el Alto del Cuerno y en frente, sobre el Alto del Castro tenemos la Colonia Clunia Sulpicia romana.

Así pues, atravieso el cauce del Arandilla y tomo el desvío a la izquierda, donde está el pueblo de Peñalba de Castro. Ahí, una carretera da acceso al espectacular yacimiento de la Colonia Clunia Sulpicia.
Al fondo, el alto del Cuerno, en el que se situó Clunioq

Tras un acceso donde se paga la entrada, el yacimiento se visita con el vehículo. Dentro se pueden encontrar los espectaculares restos del Teatro, las  termas, el foro y tres casas impresionantes. Esta monumentalidad se debe a la fundación del municipium en tiempos de Tiberio, convertida en capital de convento con Claudio I.

Andaba Roma a revueltas con el emperador Nerón cuando Servio Sulpicio Galba, que se encontraba por aquel entonces en Clunia fue proclamado Emperador. El propio Suetonio escribió en su "Vida de los doce Césares" que un oráculo del subsuelo de Clunia adivinó que "de Hispania saldrá un hombre que habrá de ser el dueño del mundo". Como agradecimiento, Galba otorgó a Clunia el honor de llevar el nombre de su familia: Sulpicia. Desde Clunia, Galba marchó hacia Roma donde ocupó el trono todavía caliente de Nerón, pero su mandato, que debía basarse en la austeridad, tras la política de derroche de su predecesor desilusionó a sus valedores y apenas siete meses después fue asesinado en el foro.

Otro de los hitos importantes de Galba en Hispania es que fundó una legión de nuevo cuño en territorio ibérico. Fue la VII Legio Geminia (también llamada Galbiana), cuyo campamento se encontraba en la actual ciudad de León, cuyo nombre actual no es otra cosa más que la evolución de la palabra romana legio (legión). Con esta legión marchó hacia Roma para derrocar a Nerón. Posteriormente, volvieron a la Tarraconensis para sofocar las revueltas de los pueblos del norte y sobre todo para proteger el yacimiento mineral de las Médulas.
Termas romanas en Clunia Sulpicia

Abandono el yacimiento de Clunia y bajo por la BU-925 siguiendo el Arandilla hasta Peñaranda de Duero, que me recibe ya desde la lejanía con la silueta de su castillo recortándose en el horizonte.

En Peñaranda cojo la BU-924 y conduzco hasta La Vid conduciendo entre viñas en un tramo bastante entretenido que nos llevará hasta el valle del Duero y la conexión con la N-122. Desde ahí iremos a Langa de Duero.

A un par de kilómetros dirección al sur, atravesando el Duero se encuentran el que fuera el emplazamiento de Segontia Lanka. Blas Taracena localizó los restos de esta ciudad arévaca sobre la colina del Moro, un altozano que se eleva protegido por los cauces de los ríos Duero y Valdanzo. Poco se ha sabido de esta ciudad, más allá de ser nombrada en las guerras celtíberas contra Roma y en las Sertorianas del lado de Sertorio. Se trataba de una gran ciudad de 60 hectáreas de extensión, con un recinto amurallado interior a modo de acrópolis y una gran masa de barrios exteriores sin amurallar que nos hacen adivinar que se trataba de casas de ganaderos y agricultores. Los restos son escasos y la mayoría están cubiertos, por lo que descarto visitar este yacimiento y hago unas fotografías desde la distancia al cerro sobre el que se erigen.

Al fondo el yacimiento de Segontia Lanka
Regreso a la actual Langa de Duero y me incorporo a la N-122 para conducir 18 kms. hasta San Esteban de Gormaz. En San Esteban tomaré la SO-P-4003 atravesando el puente medieval y me dirigiré 27 kms. dirección sur. Es uno de los tramos de carretera más entretenidos que vamos a hacer en el día de hoy, con un paisaje cambiante que nos llevará al principio a través carreteras rectas y rápidas entre campos de cultivo y más adelante, a partir de Morcuera nos meterá en una carretera sinuosa y llena de curvas, rápida y entretenida, conduciendo por un monte cubierto de pinos y enebros, prácticamente sin nada de tráfico en ninguno de los dos sentidos.
Tras dejar atrás el monte, la carretera hará una larga recta y bajaremos un "escalón" hacia una zona de baldíos y dehesas donde se encuentra Montejo de Tiermes. Ahí cogeremos la SO-135 hacia la izquierda y conduciremos los 8 kms. que nos separan del yacimiento de Termes -también llamada Tiermes-.
Gradería Ruperstre de Termes

Lo primero que llama la atención es el paraje desolado en el que se encuentra. En pocos lugares se puede disfrutar de una soledad y un silencio semejante. Otro de los aspectos que llaman la atención es la viveza de los colores que lo rodean. Cuanto más cerca se está del yacimiento más rojiza se adivina la tierra hasta llegar a tener un tono ocre anaranjado que parece pintado de forma artificial. Ese color rojizo que cubre la tierra y las laderas de las montañas, se mezcla con el verde oscuro de la vegetación que guarece el lugar confiriéndole un aspecto único, un marco natural como merece semejante lugar.

Poco antes de llegar al yacimiento hay instalado un museo-aula de interpretación, pero a las horas que llego ya está cerrado y decido visitar el yacimiento por libre. Junto al parking nos da la bienvenida la ermita de Nuestra Señora de Tiermes, donde dejaré aparcada la KTM para hacer mi particular visita al yacimiento.

Termas en Termes

Lo primero que se encuentra el visitante a mano izquierda es el graderío rupestre, tallado sobre la roca arenisca dando forma a algo parecido a un anfiteatro donde se celebrasen representaciones y/o ritos. Continuando por el sur se llega a una serie de restos de la ciudad ya romanizada, un edificio que podría corresponderse con las termas y que cuenta con el remate de una pilastra solitaria que se ha convertido en todo un icono de la ciudad.  Rodeando la mole de roca rojiza que es la ciudad, se pueden encontrar localizaciones muy curiosas como el barrio de casas del sur, el acueducto o la puerta del oeste, con la escalinata que da acceso a la parte superior de la colina donde se ubicó el foro romano y varias de las casas más ricas y mejor conservadas.

Vista del barrio sur de Termes



Paredes sobre las que se levantaron las casas del barrio sur



Puerta del Oeste; Termes

La presencia de Termes en la historia no se va a diferenciar mucho de la de Uxama, Clunia o Numancia, con el detalle de que esta ciudad resistió 35 años más, llegando a hacer que Roma temiese haberse encontrado de nuevo con otra Numancia que destruir. Así pues, sin muchos más testimonios de la historia, nos consta que en el 98 a.c. Termes fue finalmente rendida por las armas de las legiones del cónsul Tito Didio obligando a la población a abandonar la ciudad y asentarse en el llano. Posteriormente, Termes fue refundada por los romanos adquiriendo el título de municipium llegando a convertirse en una gran ciudad. De esa época son gran número de los restos que podemos encontrar. Destaca sobre todo el bloque de casas comunes que hay refirmadas contra la pared de la montaña, las cuales llegaron a alcanzar los seis pisos de altura.

Restos del acueducto de Termes

Salgo de Termes por la misma carretera que hace de enlace con el yacimiento a la SO-135. Ahí tomaré la carretera hacia la derecha y conduciré hasta Retortillo de Soria, Ahí cogeré la SO-160 dirección norte en un tramo muy chulo para conducir que incluirá la subida y bajada de dos pequeños puertos de montaña como son el Mojón de la Lastra y el Recuerda-Nograles, Estas "dificultades" montañosas situadas en las tierras del Marquesado de Berlanga añadirán ese punto extra que quizá le falte a esta ruta en lo que a conducción se refiere. Tras recorrer 25 kms. nos volveremos a cruzar por enésima vez con el Duero, y esta vez vendrá acompañado de una sorpresa adicional, como es la fortaleza califal de Gormaz, la guinda del pastel a esta ruta.

Fortaleza califal de Gormaz

Aunque no sea un enclave celtíbero ni romano, es imposible no pararse a admirar la mayor construcción califal de Europa, ya visible desde la lejanía. Sus muros cuentan con un perímetro de más de 1.200 mts. de longitud y desde su privilegiada posición en lo alto de un cerro ofrece una visión panorámica de los dominios del Duero que se pierde hacia las tierras Altas y los Pinares al norte y las sierras de Ayllón y de la Pela hacia el sur, donde arranca el Sistema Central.

Regreso a la SO-160 con la tarde bien encima y a escasos 15 kms. ya regreso al Burgo de Osma, donde haré un último alto en el camino para recuperar energías bebiéndome una Arévaka Negra Miel en el Alquimia ( http://www.cervezaarevaka.com/ ) y comerme uno de sus famosos torreznos. Ya con la tripa llena cogeré la CL-160 para regresar a Valdenebro y poner punto y seguido a mi particular viaje en el tiempo por el País de la Celtiberia.


No todo va a ser ir en moto y ver piedrolos!!!
BIBLIOGRAFÍA:

- Colonia Clvnia Svlpicia, ciudad Romana; Miguel Angel de la Iglesia - Francesc Tuset. (BU.24-2012)
- Numancia, Guía Arqueológica; Alfredo Jimeno, M Luisa Revilla, Jose Ignacio de la Torre, Ricardo Berzosa y Juan Pablo Martinez. (SO-40/2002)
- Celtíberos, tras la estela de Numancia; VVAA. (S.955-2005)
- Schulten y el descubrimiento de Numantia, VVAA. (M-8647-2017)

Conclusiones de la ruta:

Si algo tenía muy claro cuando comencé a hacer esta historia de las Rutas en Moto en el País de la Celtiberia era que esta ruta iba a ser el garbanzo negro de las siete que la componen. ¿Por qué? Muy sencillo: a pesar de que es la ruta en la que más monumentos y enclaves se pueden visitar, cuenta con muy pocos alicientes a nivel de conducción que la hagan atractiva por el mero hecho de conducirla en moto.
Así pues, esta ruta podría usarse más como una guía de viaje en coche con familia e incluso para consulta básica a nivel de monumentos y localizaciones.

A nivel moto me quedo con la vuelta de San Esteban a Montejo y de ahí a Retortillo y al Burgo, por ser los tramos más entretenidos para conducir.

En lo que a monumentos se refiere para mí el más espectacular es sin duda alguna el de Termes (o Tiermes), el cual recomiendo por encima de cualquier otro.

Por si alguien recorre la zona en moto y tiene cualquier percance a nivel mecánico recomiendo el taller de Javier Aceña en el Polígono las Carretas de San Esteban de Gormaz.

A nivel gastronómico sería difícil fallar en la provincia de Soria, pero por afinidad y calidad recomiendo probar los torreznos del Círculo, las cervezas, los torreznos y las croquetas del Alquimia y las tapas del Arévacos, todos ellos situados en El Burgo de Osma.



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domingo, 30 de septiembre de 2018

TRANSPIRENAICA 2018

23/24 de Septiembre de 2018.

Zaragoza - Bagneres-de-Luchon - Luz Saint Saveur - Laruns - Zaragoza; 840 kms.


Después de un verano de lo más entretenido entre pedrolos y caminos de tierra gastando las Mitas Terraforce en busca de yacimientos celtíberos, tocaba volver al mainstream de las carreteras, las curvas y los puertos de montaña.

Para ello, he decidido visitar la región des Hautes Pyrènèes del país galo tanto para reencontrarme con grandes puertos que ya visité hace algún tiempo ( TRANSPIRENAICA 2015 ), como para descubrir cimas nuevas.

Como he dicho en más de una ocasión, me supone un placer especial no solo el hecho de hacer la ruta en sí, sino los días (e incluso semanas) previos de planificación de la misma. Cuando diseño las rutas siempre busco que estas destaquen por algo que haga que merezca la pena visitarlas: ya sea por su trazado, por el paisaje, por los enclaves o por la propia orografía del terreno. Y si hay algo que me han enseñado los años que llevo en esto es que si encuentras los puertos de montaña, todo lo demás viene rodado.
Para localizar a los "gigantones de la ruta" me sirvo básicamente de 2 herramientas. Una de ellas es una aplicación de ciclismo en la que suelo encontrar información detallada de los puertos vistos sobre un mapa y la segunda, basada en una experiencia personal que me devuelve a mi más tierna infancia.

Cuando pienso en mis años chicos no puedo evitar recordar aquellas calurosas tardes de verano frente al televisor disfrutando del Tour de Francia en directo. Aquello años de reinado de gente como Perico, Induráin, Escartín, Jalabert... Y los otros nombres propios: Tourmalet, Aubisque, Aspin, Hautacam... Auténticos gigantes de piedra convertidos en lugares de culto, altares paganos cuya conquista se convertía en un ritual, con los ciclistas trepando sobre ellos a golpe de riñón, con sus nombres pintados sobre la carretera, ante los gritos de miles de aficionados jaleando a ambos lados de la serpiente multicolor, como testigos de excepción. 

Hoy, tres años después de mi primera visita por estas tierras, aprovecho para volver a trepar aquellas cuestas imposibles, a rodar con mi moto sobre los nombres propios de las moles pirenaicas en las que tantas veces se ha decidido el ganador del Tour. Tres años después regreso a Francia a disputar el maillot blanco de puntos rojos en la etapa reina de este humilde Blog.



DÍA 1.



Tras un par de semanas controlando la météo de la zona del sur de Francia, consigo encontrar un par de días libres de tormentas y con temperaturas agradables para poder rodar. Los días elegidos son el domingo 23 y el lunes 24 de septiembre. Jornadas perfectamente situadas en el calendario alfajarinense dentro del periodo espiritual de relajación y reflexión conocido como "entre-fiestas".
Así pues, me pongo en marcha sobre las 8:30 de la mañana y salgo camino a Huesca por la autovía E-7. Poco o nada se puede reseñar de este primer tramo, son unos 80 kilómetros de aburrimiento en los que la cabeza se suele ir a divagaciones de lo más extraño. En este caso, da la casualidad de que mi salida coincide con día de carreras de Moto GP en Motorland (Alcañíz), por lo que en el camino me cruzo con infinidad de moteros franchutes que vienen por el carril contrario a mi tierra a disfrutar de las carreras mientras me miran contrariados, como diciendo, "¿y este tío a dónde va?". Esto me hace pensar en una frase que leí hace no mucho: "ellos se ríen de mí porque soy diferente; yo me río de ellos porque son todos iguales". Da para pensar, ¿no?
Tras alcanzar Huesca tomo la N-240 y en Siétamo enlazo con el tramo de autovía hasta la salida en Barbastro. Ahí conecto con la N-123 y nos empezaremos a meter en materia. Tras pasar Estada, me adentro en la Ribagorza siguiendo el cauce del Ésera a través de los túneles de Olvena. Se trata de una sucesión de túneles (creo recordar 11) en un tramo muy vistoso de carretera, enclavada en el congosto que el propio río Ésera ha excavado paciente durante millones de años. Es un recorrido bastante entretenido, curveado y "laminero" para el que le guste meter zapatilla que nos llevará hasta el embalse de Barasona y hasta Graus. Para el que le guste esta zona y quiera conocer un poco más, puede echar un vistazo a esta otra entrada de mi blog: UN EMBALSE, UN PUEBLO ABANDONADO Y UN TEMPLO BUDISTA. UNA VUELTA POR EL PREPIRINEO

Serraduy

En Graus hago mi primera parada técnica para tomar algo y hacer el último repaso de última hora a los mapas. Aunque España suela ser muchas veces ejemplo de desorden y mala información, he de decir, que las experiencias que he tenido con los carteles y las señalizaciones viales en Francia han sido bastante más caóticas de lo que he visto nunca en España. Así pues, me empapo de los cruces, las carreteras y los desvíos clave que debo tomar y me pongo manos a la obra.

Arranco desde Graus dirección Capella por la A-1605 siguiendo el curso del Isábena aguas arriba. Es una carretera que nos llevará a una zona menos turística (aunque no por ello menos interesante) y sobre todo (y más importante) mucho menos concurrida. Poco a poco el paisaje se irá haciendo cada vez más verde e iremos encontrando grandes protagonistas del paisaje de la Ribagorza, como el macizo del Turbón, Roda de Isábena o Serraduy. La carretera empezará a presentar las primeras pendientes para ascender la sierra de Sis, coronando en el Puerto de Bonansa (1.380 mts.). El puerto es bastante sencillo pero a la vez entretenido, sirviendo para romper la monotonía de lo que llevamos viaje. Cabe destacar que Bonansa es el pueblo natal del que fuera Presidente de la Diputación General de Aragón entre los años 1.999 y 2.011, Don Marcelino Iglesias, por lo que se nota que la inversión en esta carretera ha sido notable destacando la anchura y calidad del firme en comparación con otros tramos anteriormente recorridos y otras muchas carreteras pirenaicas... Thanks Marcel Churches!!

Paisajes de la Ribagorza

Llegados al cruce con la N-260 (otra opción para llegar hasta aquí desde Graus haciendo el Coll de Fadas, pero como he dicho antes, Marcelino era de Bonansa, no de Laspaules, por lo que la carretera está bastante más castigada). En el cruce tomaremos la N-230 que recorreremos prácticamente en una línea recta de 40 kms. hasta Viella a la que accederemos a través del popular túnel con el que comparte nombre. En este tramo iremos serpenteando entre las comunidades de Aragón y Cataluña, en una línea imaginaria que separará dos puntos fuertes del Pirineo como son Aigües Tortes y Posets Maladeta. El túnel cuenta con una distancia de más de cinco kilómetros y nos llevará directos hasta el Valle de Arán. Una vez ahí conduciremos dirección Francia por Bosost 15 kms. y nos encaramaremos al primer gigante de la ruta: el Col du Portillon (Eth Portilhon) (1.293 mts.). Se ha ascendido un total de 19 veces desde 1.957 en la ronda gala y cuenta con una subida de 8,6 kms. y una bajada de más de 10, con un porcentaje medio del 6,8%. 
Este puerto hace las veces de frontera franco/española en la cima y se distingue por dos calidades muy distintas en el asfalto. La parte española cuenta con una anchura y un acabado en un estado infinitamente mejor que el del francés, que cuenta con una bajada mucho más agresiva, con un trazado de curvas más cerradas y con bastante gravilla. Me entretengo a hacer las fotos de rigor en un tramo de la vertiente española donde se ha levantado un monumento-homenaje a los ciclistas españoles que han ganado el Tour.

Monumento a los ciclistas españoles en Eth Portillon

Una vez completado el descenso, conduzco por la D-618 hasta Saint-Mamet (un barrio a las afueras de Bagnères-de-Luchon) desde donde enlazo con mi siguiente subida: Superbagnères (1.791 mts.). Aquí ya estamos hablando de palabras mayores: 16,7 kms. cuesta arriba con una pendiente media del 6,8 %. Se trata del acceso por carretera a la estación de esquí del mismo nombre, en cuya cima se encuentra el Grand Hôtel Superbagnères (que da un mal rollazo que te cagas, en plan sanatorio mental abandonado). La subida es acojonante, especialmente los últimos 4 kilómetros, con el espectacular Valle de Lys como decorado de fondo a un lado y el pueblo de Bagnères-de-Luchon al otro. Como anécdota, señalar que actualmente se puede acceder directamente desde el pueblo a la estación mediante una sofisticada telecabina, pero que en pasado, este recorrido se hacía en un peculiar tren "de cremallera" (algo a mitad de camino entre el Canfranero y el tren de la Bruja de las ferias) que debía dar bastante cague. De cualquier modo, se ve que son unas instalaciones que van a menos y que distan mucho de lo que debió de ser aquello en sus días de gloria.

Valle de Lys desde la cima de Superbagnères
En el Tour, tan solo se ha subido en 6 ocasiones, siendo dos de ellas una cronoescalada. Es una cima que no se ha vuelto a repetir desde el año 1.989.
Yo, por mi parte, aprovecho para comer algo en la cima y tirar unas cuantas fotos entre rebaños de vacas que pastan agradablemente y un tropel de domingueros (como yo) que echan el día en las praderas que pueblan la cima. Intento no entretenerme más de la cuenta, pues queda mucho día por delante y muchos puertos muy cañeros. Así pues, toca bajar por el mismo sitio por el que he hecho el ascenso (el puerto tiene tan solo una vertiente) y regresar a Saint-Mamet y a Bagnères-de-Luchon.



Cima de Superbagnères con el Grand Hôtel de fondo

Ya desde el propio Bagnères podría decirse que arranca nuestro siguiente puerto. Aquí ya ha empezado el rock´n roll y la cosa no va a parar. La ascensión del Col de Peyresourde (1.570 mts.) son 14 kms. desde Bagnères. A diferencia que otros grandes puertos del Pirineo, este reparte el desnivel en largas rectas y tan solo tres curvas de herradura empinadísimas en el tramo final. El paisaje está completamente pelado, cubierto por grandes praderas y su cima sirve de línea divisoria entre los departamentos de Haute Garonne y Hautes Pyrènèes. Una de las peculiaridades que tiene este puerto es que en la cima, en vez de tener el típico cartel cutre donde los posers nos hacemos la foto, hay nada más y nada menos que una crepería donde me he comido los mejores crêpes que he probado in all mi fuckin´ life (y por 0,60 € cada uno). También se le puede poner la guinda al pastel subiendo el "acople" que tiene Peyresourde si le sumas la ascención a Peyragudes. Éste último sirve de acceso a la estación de esquí del mismo nombre que como peculiaridad (y a diferencia del tren chispita de Bagnères de Luchon) cuenta con un aeródromo para jets privados.

Ascensión al Peyresourde

Este puerto es uno de los más rodados del Tour y ha sido ascendido en nada más y nada menos que 61 ocasiones desde el año 1.910. Contribuye a este récord de apariciones el hecho de que sea un puerto con dos vertientes y que comunique varios valles.
Tras la merendola de los crêpes bajo hacia el valle del Neste de Louron donde la complicada señalización francesa me hace callejear por los pueblecillos de Loudervielle, Estarvielle, Armenteule, Aranvielle, Loudenvielle y Génos... Por todos ellos...

Crepería en la cima de Peyresourde

Finalmente, tras rodear el fantástico lago de Génos-Loudenvielle me encaramo a las primeras rampas de todo un clásico: el Col de Val Louron (1.580 mts.). Este puerto ya cuenta con las típicas curvas de herradura que salvarán un desnivel mayor (8,1%) en una distancia mucho menor (7 kms.) de los puertos vistos anteriormente. La subida es mucho más bonita, entre un bosque, con el lago y los pueblos de fondo y unos tipos en parapente volando por los cielos acompañando mi subida. Con este decorado tan "de postal" alcanzo la cima, desnuda de vegetación y con un asfalto bastante castigado que nos avisará de la precaución que deberemos tener en el descenso hacia Saint-Lary-Soulan por Azet. En la cima se encuentra la zona de saltos en parapente y la pequeña estación de esquí de Val Louron, por lo que es un entorno muy lleno de vida y de lo más aprovechado.
A los pies de Val Louron

Algo que me ha resultado muy curioso de este puerto es que desde la cima se puede ver con total claridad el Peyresourde hacia el este y la subida a Pla d´Adet sobre Saint-Lary-Soulan hacia el oeste. Esta última se quedará en el tintero para la próxima por falta de tiempo en la planificación de la ruta.

Este puerto se ha subido en 5 ediciones siendo la primera y más significativa aquella de 1.991 en la que Claudio Chiapucci se llevó el triunfo de etapa, pero en la que Miguel Induráin se enfundó el primero de sus 5 maillots amarillos.

Cima de Val Louron; al fondo, Saint Lary y la subida a Pla d´Adet

La bajada hacia Saint-Lary-Soulan es mucho más tendida (12 kms. al 3%), pero como he dicho antes, el asfalto está suelto y descuidado y las curvas están llenas de gravilla. De nuevo toca callejear por varios pueblecillos y enchufo rumbo norte por la D19 hacia Arreau pasando rotondas y travesías. He de decir que por el camino paso Ancizan, un pueblo en el que arranca un puertazo como es L´Hourquette d´Ancizan, pero para esta vez he preferido subir otro clásico como es el Aspin (1.490 mts.). Arrancando desde la misma localidad de Arreau se inician los 12 kms. de subida al 6,5 %. Es un puerto que da la sensación de ser bastante suave hasta las dos últimas herraduras. La carretera transcurre casi todo el rato entre prados y campos, con el bosque cubriendo las cimas de las montañas cercanas. Este puerto, a diferencia de los anteriores no albergan en su cima ninguna estación de esquí, sino que simplemente sirve como paso de montaña al valle donde se encuentra el cantón del Campan. Desde 1.947 se ha subido la friolera de 66 veces por su posición estratégica de "puerto de enlace" entre otros puertos de mayor calado.

Cima del Aspin

En la base del puerto se encuentra la zona de recreo del Lac de Payolle, un lago artificial en torno al cual se realizan numerosas actividades al aire libre. También cuenta con una zona de bares y restaurantes donde aprovecho para hacer una parada, estirar las piernas y tomar algo. Sigo con mis divagaciones y no puedo evitar que aquella zona me recuerde al camping donde se desarrolla la acción de la película Dirty Dancing... Como castigo divino se me mete la cancioncilla en la cabeza mientras vuelvo a mis quehaceres en esto de las rutas en moto (Aaaii jaf, de taim of mai laaaaif...).

El Aspin es de esos puertos que se me hacen bastante sosos a la hora de subir, pero en los que la bajada la cosa mejora notablemente. La carretera se ensancha y el trazado está formado prácticamente por rectas que acompañan a varios riachuelos por sus correspondientes valles. Se nota que esta año ha sido cañero en lo que a lluvias se refiere, no solo porque esté todo mucho más verde que de costumbre, sino porque se adivinan los rastros que han hecho en las infraestructuras estas "pequeñas" corrientes de agua en los deshielos de las grandes montañas colindantes. Es una zona en la que se le puede retorcer un poco la oreja a la KTM (1050 Adventure), que ya lleva unas cuantas horas de viaje y se está portando como una campeona. Desde luego se ha ganado una buena dosis de gasolina francesa que por el precio que lleva supongo que estará hecha a partir de un compuesto extraído a base de cocaína, Channel Nº5 y cuerno de unicornio rallado...

Ascenso al Tourmalet; abajo la estación de La Mongie

Más o menos a la altura de Sainte-Marie-Campan se empiezan a ver los carteles indicadores de la cuenta atrás para el ascenso del Col du Tourmalet (2.115 mts.). Poco o nada nuevo se puede decir que no se haya pronunciado antes respecto a este coloso. Su posición privilegiada junto a su hermano mayor, el Pic du Midi de Bigorre le convierte en vigilante y guardián de acceso al valle de Le Bastan. El ascenso se va haciendo como aquel que no quiere la cosa, cruzando pueblos y atravesando bosques sin grandes dificultades orográficas.  A 3-4 kms. de la cima se encuentra la enorme estación de esquí de La Mongie, con toda su parafernalia de tiendas, apartamentos, remontes, telesillas... Desde la cual comienza el desnivel extremo hasta la cumbre. A partir de La Mongie, la vegetación ha desaparecido por completo y uno tiene la sensación de ser un enano motorizado que va subiendo sobre los hombros de descomunales Gullivers de piedra. Tras recorrer los 17 kms. al 7% que separan Campan de la cima, se vislumbra la escultura de Octave Lapize, el primer ciclista en coronarlo, allá por el año 1910. Con la suya, han sido 82 las ocasiones en que ha sido ascendido en el Tour.

Escultura de Octave Lapize en la cima
Hay innumerables anécdotas en torno a este paso montañoso. Sin duda la más evidente alude a su propio nombre ("Camino Malo" o "camino de mal retorno") haciendo de su propio nombre todo un aviso a navegantes. Pero son las historias que lo vinculan a la ronda gala las que le dotaron de la popularidad que goza hoy en día. Sin ir más lejos, su "descubrimiento" e inclusión en el recorrido del Tour se debe a la mentira que contó Alphonse Steines a su jefe, Henri Desgrange allá por el año 1.909. Steines era un redactor del periódico L´Auto, patrocinador del Tour y el encargado de confeccionar el trazado de la carrera. Obsesionado por hacer pasar la Grande Boucle por los Pirineos insistió a Desgrange en que la carrera debía atravesar el Tourmalet, con la dificultad de que por aquel entonces tan solo era un peligrosísimo camino de cabras. Desgrange le invitó a que lo comprobase personalmente y Steines se fue para allá con un coche. Tras intentar completar los últimos kilómetros, el coche se tuvo que detener y Steines se vio obligado a completar a pata lo que restaba de ascensión para comprobar la viabilidad del mismo. Así pues, en su travesía, el redactor se perdió entre la nieve y apareció al día siguiente casi congelado en Barèges, desde donde envió a la redacción de L´Auto el siguiente telegrama: "He cruzado el Tourmalet. STOP. Buena carretera. STOP. Es transitable. STOP". WTF!

Si alguien está leyendo esto y le está picando el gusanillo de hacer esta ruta, o simplemente quiere visitar este puerto o la zona, he de advertirle que entre los meses de noviembre y mayo el Tourmalet queda cerrado al tráfico debido a la imposibilidad de transitarlo durante la época invernal debido a las impresionantes nevadas que acostumbran a caer por esta zona.

Bajada del Col du Tourmalet

La bajada del Tourmalet es endiablada durante los primeros kilómetros y al igual que la del Aspin, una vez que se alcanza el parking que hay situado en la base, también es rápida y llena de rectas, no solo hasta Barèges, sino en los 25 kms. que separan la cima del puerto de la localidad de Luz-Saint-Saveur.

Conduzco acompañado por el río Bastan. Aunque durante estos días se encuentra en horas bajas, este cauce fluye por un amplio lecho de roca viva a través del cual es fácil adivinar que durante el deshielo debe ser una auténtica brutalidad. Al igual que pasaba en el valle anterior, esta primavera ha sido especialmente cañera, pues se puede observar que son numerosos los puentes y demás construcciones fluviales que han sido destrozadas o estaban en pleno proceso de remodelación debido a la fuerza con la que bajó el agua..

Del mismo modo que el Bastan desemboca en el Gave de Gavarnie, yo llego a las afueras de Luz-Saint-Saveur. Es el típico pueblo pirenaico francés, con casas de dos alturas de fachadas blancas y tejados de pizarra, con un trazado urbanístico muy bonito, en perfecta comunión con el entorno natural que la rodea. De fondo, y al más puro estilo de un paisaje de Heidi, el pueblo duerme bajo la sombra de una gran montaña completamente tapizada de pinos sobre la que se encuentra nuestra próxima parada: la estación de esquí de Luz Ardiden (1.700 mts.). Esta subida de 17,4 kms. al 6,7 % comienza encadenando varias pedanías de Luz-Saint-Saveur, pequeños pueblecillos separados por un par de kilómetros entre sí, con unas cuestas del carajo. Poco después, la carretera comienza a revirarse y a trepar por los terraplenes de la montaña en las ya famosas curvas de herradura. Según se va ascendiendo, el paisaje va cambiando radicalmente, haciendo que los bosques vayan dejando paso a las interminables praderas. Me llama la atención que durante la subida me cruzo con varios rebaños de cabras que tienen tomada literalmente la carretera. Para ello, la KTM 1050 Adventure cuenta con un motor LC8 que no es especialmente silencioso y que ayuda en la tarea de apartar al ganado (más que acostumbrados a toca-pelotas como yo) dando tan solo un par de acelerones.

Cima de Luz-Ardiden
El último tramo es especialmente vistoso y es el que nos servirá de acceso a la estación de esquí de Luz Ardiden. Esta es una estación que parece ser que se ha quedado bastante pasada de moda. A diferencia que las otras que se han ido viendo, esta presenta un abandono en sus instalaciones mucho más evidente. Sirva como muestra el famoso logo impreso en el edificio principal, al cual no le vendría mal un lavado de cara. Resulta curiosa también la falta de infraestructura: hoteles, restaurantes, alquiler de equipos que si se ven en el resto de estaciones de esquí de la zona.
Esta cima se ha coronado ocho veces en el Tour y ha servido de consagración para gente tan relevante como un tal Perico Delgado en 1.985 (primer año en que se subió), un tal Miguel Induráin en 1.990 e incluso un tal Lance Armstrong de cuyo nombre no quisiera ni acordarme...

Tras tirar las impresionantes fotos que se pueden hacer desde el parking inicio el descenso por el mismo sitio por el que he subido. Es importante apuntar que el puerto tiene dos subidas por la misma vertiente, por lo que se puede subir por un sitio y bajar por el otro y ambos caminos nos llevarán de vuelta a Luz (vía Grust y vía Viscos).

Carretera de acceso a Luz Ardiden

Una vez abajo busco el Hôtel de Londres (curioso nombre para estar en Francia...), en el que pasaré la noche, no sin antes pimplarme un buen par de jarras de cerveza y una cena en la que probé la mejor trucha que he comido never ever. A la hora de escoger el hotel, al igual que he hecho otras veces que he viajado en moto, mi criterio para elegir el hotel no fue otro más que contase con un parking vigilado. Este en concreto está muy bien y sin duda lo recomiendo.

Así pues, me instalo, me doy la ducha de rigor y hago las llamadas tranquilizadoras a la familia. Poco después, este que suscribe se va a la cama con mucho cansancio encima y la preocupación de ver a través de la ventana cómo se habían empezado a agolpar las nubes sobre las cimas de las montañas que me rodeaban.













Vista desde el Hotel de Londres, en  Luz Ardiden
DÍA 2.



Amanezco demasiado temprano (o eso pienso yo) pues no se cuela ni un solo rayo de sol por las rendijas de la persiana. Tras correr las cortinas y asomarme por la ventana se confirman mis peores sospechas y veo que ha amanecido con una densa niebla agarrada a las montañas.
En la calle se desarrolla el trasiego normal de un lunes por la mañana en época escolar, con un tráfico bastante más abundante que el día anterior y el peligro que presentan la poca visibilidad y el asfalto húmedo que ha dejado la rosada.
Desayuno un croissant y un café con leche tan caliente que en cuyo interior bien podrían derretir un anillo un par de hobbits. Hago la maleta, cargo la moto, dejo el hotel y me pongo en marcha hacia el norte, dirección Argelès-Gazost. Sigo el cauce encañonado del Gave de Gavarnie por la D-921 y en la primera rotonda que encuentro cojo el desvío hacia la D-913 Es una carretera de montaña que va serpenteando entre el río y las montañas, cubierta a menudo por túneles y los famosos paravalanches pirenaicos. En el primer tramo es una carretera en la que podría correr, pero la presencia de camiones y tractores hacen el tráfico bastante lento. Para más inri, como he indicado antes, el suelo está completamente mojado y hay que circular calculando muy bien las frenadas y la inclinación en las curvas. Poco más adelante, esta carretera se convierte en una travesía que cruza un montón de pequeños pueblos y urbanizaciones en torno a Argelés-Gazost que se distribuyen al margen derecho de la carretera. Frente a mí, la niebla se va haciendo cada vez más espesa y parece como si las nubes tratasen de esconder justo aquello que había ido a buscar. Finalmente alcanzo el desvío de la D-100 hacia Couture Bague y empiezo a ascender entre un mar de nubes el mítico Col d´Hautacam (1.500 mts).

Mar de nubes a los pies de Hautacam

La niebla que estoy atravesando es extremadamente densa y cuesta mucho ver más allá de apenas cinco metros por delante de mi rueda. A pesar del pinlock y todo el copón, la visera del casco (Shoei Hornet Adventure) se llena de humedad y dificulta mucho más si cabe la conducción, por lo que la mayoría del tiempo me veo obligado a circular con la visera levantada. Tal y como voy subiendo estoy atento a los carteles informativos de la ascensión del puerto. Van a ser casi 13 kms. al 7,5 % y la poca visibilidad va a ser un problema. Al igual que sucede con Luz Ardiden, el primer tramo de este puerto también atraviesa un par de pueblos, el segundo un bosque y el tercero y último sube por una zona en la que apenas crece la vegetación. Por el camino me va asaltando la bajona e incluso la idea de dar media vuelta en cualquier momento, pero cuando parece que el desánimo se empieza a apoderar por completo de mí, a escasos tres kilómetros de la cima, como si se tratase de una intervención divina, el cielo se abre y Hautacam se eleva por encima de la posición de las nubes. De repente, todo empieza a cobrar sentido otra vez y puedo disfrutar el último tramo de puerto maravillándome con el mar de nubes infinito que se despliega bajo la montaña. Creo que pocas veces una imagen ha conseguido describir tan bien un estado de ánimo: siento que estoy en una nube.

Cima de Hautacam

Hautacam ha sido subido en 5 ocasiones en el Tour de France siendo Luc Leblanc el que desvirgase la meta en el año 1.994 y con una niebla muy parecida a la que padecí yo. En su cima se encuentra el Parc de Loisirs: una zona de esquí, paseos, actividades al aire libre, etc...  ( http://www.hautacam.com/ ).

Bajo por el mismo sitio por el que he ascendido y regreso a Luz para continuar dirección sur por la D-921. Ahora que lo veo creo que podría haber alterado el orden de la ruta, ahorrando algún que otro kilómetro, pero he de reconocer que este siguiente paso fue bastante improvisado.

Conduzco durante 40 kms. dirección sur mientras observo con alegría cómo parece que las nubes se están empezando a disipar. Podría decirse que el siguiente paso montañoso que me espera comienza en Luz, pero eso sería decir que estamos ante un puerto de 27 kms. de longitud y eso quizá no sea del todo cierto, por lo que iniciaré el puerto desde la localidad de Gèdre. Desde ahí podría tomar dos direcciones, una hacia el popular circo de Gavarnie y otra hacia el menos desconocido Cirque du Troumouse. En esta ocasión he decidido visitar este misterioso lugar del que tan poco he oído hablar y eso que cuenta en su cima a más de 2.100 metros de altitud con nada más y nada menos que el circo glaciar más grande de toda Europa, con un diámetro de 4 kms.
Como ya he dicho antes, este es un lugar mucho menos popular y menos turístico que el vecino circo de Gavarnie, por lo que la carretera, ya en los primeros tramos va a ser sin duda la más castigada y peor conservada que he transitado hasta ahora en el país galo. También he de decir que desde el mismo Gèdre ya van a arrancar unas cuestas del copón y desde ahí, prácticamente recto pero picando hacia arriba hasta una aldea que se llama Heas y que da nombre al riachuelo que nos ha ido acompañando durante todo este tramo. Poco más adelante hay una caseta en la que se debe pagar 2 € y que hace las veces de acceso al parque natural. Y aquí empieza una película muy distinta a todo lo visto hasta ahora...


Carretera de ascenso al Cirque du Troumouse

La carretera sigue recto hacia una montaña en la que parece que se va a cortar el trayecto, cuando de repente comienza el primer tramo de curvas cerradas al 8 - 9%. 13 curvas que en apenas 4 kms. nos van a encaramar a lo más alto (o al menos eso me pensaba yo) dejándonos por encima de las nubes. Todavía flasheado por el puerto que acabo de subir llego hasta un parking con un pequeño restaurante encajonado en un mini valle glaciar.
"Pues tampoco es para tanto", pienso en un primer momento mientras levanto la cabeza hacia las montañas que me dan sombra y veo algo parecido a un camino que serpentea justo hasta la cima... "no puede ser...".

No hay que olvidar que ya estamos a nada menos que a 1.800 metros de altitud y rodeados de roca viva, por lo que me hago a la idea (equivocada) de que poco más puede quedar más allá de aquel sitio. Lo que no sabía yo era que me quedaban más de 400 metros de desnivel positivo por alcanzar, a través de las rampas más acojonantes que este humilde servidor que suscribe ha ascendido jamás. Son solo 8 las curvas que componen el trazado, ¡pero qué 8 curvas! ¡Vaya 2,5 últimos kms. con una pendiente media de más del 12%!


Vista en relieve del circo de Troumouse

Si lo recorrido hasta ahora no es de por sí un premio, al alcanzar la última curva se encuentra la verdadera recompensa: El Cirque de Troumouse (2.150 mts.). Cuando se contempla por primera vez este accidente geográfico es bastante difícil situarse, pues son tan desproporcionadas sus dimensiones que cuesta creer que se trate de un circo glaciar como los que pueda estar acostumbrado a ver. Las crestas que lo rodean, cubiertas de nubes llegan a alcanzar los 3.000 metros de altitud y curiosamente sirven de frontera entre Francia y España. Por situarnos en el espacio, nos encontramos a apenas veinte kilómetros en línea recta hacia el sur del aragonés Monte Perdido y a 10 del francés Macizo de Néouvielle. Más o menos en el centro de Troumouse hay un montículo desde el que se puede contemplar el paisaje en toda su plenitud  y donde no pierdo la oportunidad de hacer fotos, vídeos y hasta un chorizo de esos que suelen salir cuando intentas hacer algo parecido a una panorámica. Cuando te encuentras en medio de aquel "cenicero gigante de roca" te sientes muy pequeño y no puedes evitar que venga a tu mente la típica imagen con que se ha representado siempre al Monte Olimpo en el que viven Zeus, Apolo y el resto de la cuadrilla de los Dioses de la Antigua Grecia. Me tomo mi tiempo y doy un pequeño paseo por la zona, en muy pocos lugares he conseguido respirar la paz y la tranquilidad que desprende este lugar tan mágico.

Curvas de herradura cerca de la "cima" de Troumouse

Este puerto no ha sido subido nunca en el Tour de Francia, por lo que sería una de esas subidas inéditas que tanto promocionan en la carrera tras ediciones monótonas y aburridas (como lo han sido las últimas 4 del Tour). Así pues, no me extrañaría que de aquí a un futuro no muy lejano se cuente con este "nuevo descubrimiento" para tratar de amenizar la carrera y (sobre todo) generar mayor expectación. Aunque quizá, es posible que dada su condición de parque natural, la legislación actual no lo permita, pero debo decir que justo en aquel momento, unos operarios estaban acondicionando una explanada de asfalto en la cima... Por lo que... ¿Quién sabe lo que puede suceder en el futuro?

Con todo el subidón que llevo encima me lanzo a la bajada de nuevo hacia Luz y a Argelès-Gazost; 60 Kms. hasta el desvío de la D-918 hacia el oeste. Al iniciar la bajada me sorprende encontrarme con un montón de marmotas (sí, marmotas, yo tampoco sabía que abundaban de esa manera en el Pirineo), las cuales han hecho de las laderas de este parque natural su particular hábitat natural. Desciendo hacia Gèdre y poco antes de regresar (otra vez) a Luz-Saint-Saveur me detengo en el Puente de Napoleón, una importante construcción del S. XIX en la que hago unas fotos y repaso lo que queda de ruta.

Circo de Troumouse

Cuando parecía que las nubes habían desaparecido por completo empiezo a coger de nuevo altura progresivamente hacia la frontera que separa el departamento de Hautes Pyrènèes del de Pyrènèes-Altantiques. Tal y como voy subiendo la niebla se va haciendo más y más densa hasta niveles que me recuerdan demasiado la subida de Hautacam y que vuelven a complicar bastante la conducciónEsa línea imaginaria se encuentra sobre la cima de mi siguiente objetivo: el Col du Soulor (1.450 mts.). Aunque la carretera empieza a picar desde el propio Argelès-Gazost, consideraré el puerto a partir de la localidad de Arrens-Marsous, desde donde nos separarán de la cima 7,5 kms. a más del 7%.


Últimas rampas de acceso al Soulor
Esta carretera es bastante buena, pero es una travesía que cruza demasiados pueblos, por lo que hay que andarse con cuidado a la hora de atravesar estas localidades y evitar venirse muy arriba. El tráfico es bastante denso, y hay una gran presencia de ciclistas, por lo que hay que extremar la precaución. El último tramo es un trazado mucho más típico "de puerto", pero no lo consigo disfrutar al máximo al ir metiéndome cada vez más en la espesura de la niebla. Una vez coronado el puerto, se inicia un descenso mínimo de 4 kms. y enlazo con el siguiente gigantón.
El Soulor se ha ascendido en 50 ocasiones desde 1.947, a pesar de que en muchas de ellas no ha sido puntuable, al considerarlo un "apéndice" de su hermano mayor, el cercano Col D´Aubisque. Personalmente, cuando veo el perfil de la ruta, no me cabe la menor duda de que Soulor es poco más que un saliente de la verdadera ascensión: el Col d´Aubisque, aunque entiendo que a nivel ciclista, la bajada intermedia de 4 kms. marca un punto de inflexión.

Es una auténtica pena no poder disfrutar al 100% del (resto del) ascenso del Col d´Aubisque (1.709 mts.) en el tramo que lo conecta con el Soulor. Recuerdo hace 3 veranos esta espectacular carretera excavada en la roca con el impresionante valle que se despliega al fondo. La vía es estrecha y las condiciones extremas del clima la tienen bastante castigada, pero al fin y al cabo esta cima es una leyenda. Y una leyenda es una leyenda aquí y en Tombuctú.

Cima del Aubisque
Al igual que en el Soulor, la niebla de los Pirineos Atlánticos se ha agarrado a base de bien a las montañas y me veo obligado a hacer la subida con máxima precaución, debido a la penosa  visibilidad, por no hablar de que voy totalmente empapado y conduciendo sobre una carretera con unos charcos, y baches que dejan bastante que desear. Yo siempre he dicho que lo que mola cuando se hace un viaje de esta guisa es "sufrir" un poquillo, ese es el factor determinante que hace que las rutas marquen la diferencia y se disfruten con mayúsculas; pero lo de estos 7 kms. distan mucho de cualquier tipo de "disfrute" y sin embargo se reafirman en el verbo "sufrir" de un modo demasiado literal.

Cuando veo las bicicletas gigantes que decoran la cima casi me tiro de rodillas para besar el suelo. Pero después pienso en los 17 kms. de bajada que me quedan hasta Eaux-Bonnes y me limito a almorzar algo en uno de los restaurantes de la cima, por supuesto, y a pesar de ser lunes y hacer el tiempo que hace, atestado de ciclistas.

Junto al Tourmalet y Alpe d´Huez, el Aubisque es uno de los tres puertos más relevantes de la historia del Tour. Se ha ascendido un total de 48 veces desde el año 1.947 siendo tan solo en dos ocasiones final en alto de la carrera.

Un servidor en la cima del Aubisque

Emprendo mi descenso hacia Eaux-Bonnes y Laruns con sumo cuidado y a pesar de que la niebla no es tan espesa como en la cima, consulto el estado del tiempo y decido modificar mi ruta y volver a casa antes de lo esperado.
El proyecto original se internaba hacia el oeste en Pirineos Atlánticos para subir el Marie-Blanque, Labays y volver a España por Navarra atravesando antes La Pierre de Saint Martin. Pero la climatología manda y decido regresar a España por el Col du Pourtalet (1.790 mts.). El ascenso del Portalet comienza prácticamente desde Laruns y tiene una longitud de casi 28 kms. a traves del valle de Ossau. La carretera es revirada pero rápida y cuenta con numerosos lugares pintorescos: presas, parques, pueblos, trenes turísticos,... Por mi parte, tal y como me voy acercando a la frontera española me voy sacudiendo poco a poco la niebla de encima y voy entrando en calorcillo. A escasos kilómetros de la cima-frontera el paisaje antes encañonado y boscoso comienza a abrirse y a mostrar esos típicos picos rocosos que se alzan sobre las interminables praderas que nos anuncian que ya hemos llegado a la linde con el aragonés Valle de Tena.

Col du Portalet - frontera hispano-francesa

Reposto gasolina, como una espectacular tortilla de patata en la gasolinera de Formigal y vuelvo a casa bajo un sol de justicia (hay que joderse...) para encontrarme con las chapuzas del Monrepós, el cierzo lateral que tan poco había echado de menos en la autovía de Huesca y el tráfico de la Z-40 de un lunes cualquiera en torno a la inmortal ciudad de Zaragoza.

Conclusiones de la ruta:

En 2015, tras regresar con la Triumph de mi viaje por los Pirineos, en la entrada de este blog ( TRANSPIRENAICA 2015 ) escribí lo siguiente:

Al acabar esta ruta en casa y repasar los mapas te quedas con la sensación de que te has perdido más de lo que has hecho. Y es que el Pirineo en sí, tanto en su vertiente francesa como en la española, tiene una infinidad de posibilidades a todos los niveles.
Por lo que ya sólo queda cruzar los dedos y esperar a la próxima oportunidad para volver a cabalgar sobre los hombros de los gigantes pirenaicos a defender el maillot blanco a topos rojos. 

Y hoy, tres años después no puedo más que suscribirlo palabra por palabra, intentando que para la próxima no vuelvan a pasar otros tres años.

Enlace a la ruta realizada:

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Proyecto inicial:

ENLACE RUTA PROYECTO INICIAL

Sobradero de fotos: